A lo sumo, Iván Cepeda es un Plan C

Por: Pablo Felipe Robledo

La consulta popular del pasado domingo a instancias de varios partidos congregados en el Pacto Histórico tenía dos propósitos esenciales: uno, escoger, en el petrismo “impuro” y duro, entre Iván Cepeda y Carolina Corcho su candidato de cara a la primera vuelta presidencial en mayo de 2026; y dos, elegir los candidatos que estarían en la lista nacional de Senado y en cada una de las listas departamentales de Cámara en marzo de 2026. Ambos propósitos en la consulta se consumarían a voto limpio.

La precontada de votos para los candidatos a Senado y Cámara resultaba más importante que la elección en marzo de 2026, pues dependiendo de lo que ocurriera el pasado domingo, esas aspiraciones se consolidaban en curules fijas, luchables otras e imposibles las demás. Así las cosas, se trató de una consulta bastante peculiar, que si bien en teoría se hizo en época de no coincidencia con la elección de ninguna otra, en la práctica sí lo fue, pues las maquinarias del régimen movieron cielo, mar y tierra para garantizar que sus simpatizantes acudieran a las urnas y pudiesen definir desde ya su curul 2026-2030.

La maquinaria nacional y local del gobierno se batió a fondo llevando a su gente a votar. El sistema de paridad, alternancia y cremallera escogido para confeccionar con los más votados sus listas al Congreso en 2026 era el todo por el todo. Es decir, para las bases del petrismo, esta no era una elección cualquiera, allí se estaban jugando su futuro en el Congreso y se movieron en consecuencia para llevar a las urnas al mayor número posible de personas.

Digo lo anterior porque he visto cómo más de un opinador ha sostenido que los más de dos millones y medio de votos válidos que obtuvo la consulta son un resultado maravilloso por cuenta de que ella no coincidía con ninguna elección parlamentaria, lo cual es una falacia del tamaño de una catedral.

Se dice también, falazmente, que al no haber sido una consulta ni divulgada, ni publicitada, ni cacareada, el número de sufragantes es un éxito monumental. Falso de toda falsedad. La consulta sí fue renombrada y publicitada. La publicitó el gobierno Petro por tratarse de su propia consulta; la publicitaron los medios que sortearon todo tipo de noticias en torno a los vaivenes de la consulta (pasó de todo y todos los días); la publicitaron en las redes sociales influenciadores que a la vez eran candidatos como Wally, Amaranta Hank, Lalis, David Porras, Hernán Muriel y Matador, que gozan de millones de seguidores en redes; la publicitó la red pública de noticias encabezada por RTVC, brazo publicitario del actual régimen, y, finalmente, la publicitó Petro, el recién enlistado presidente que se “encampaña” sin asco ni recato alguno frente a su obligación legal de no participar en política.

Por todo lo anterior es que quienes analizan esta consulta sin reconocer sus especiales circunstancias, y valoraron los más de dos millones y medio de votos válidos como una proeza o un resultado altamente significativo, se equivocan de cabo a rabo, pues lo cierto es que, al Pacto Histórico no le fue bien, nada bien, ya que en un ejercicio similar o al menos comparable (consulta popular anterior) les había arrojado una suma cercana a seis millones de sufragantes cuando aún no eran partido de gobierno. Ahora que sí lo son, quedaron reducidos a menos de la mitad. Un fracaso.