En un acto de abierta rebeldía política, el presidente de la Cámara de Representantes, Julián López, se presentó este lunes en el Capitolio amordazado y atado a su curul, como símbolo de protesta frente a la sanción impuesta por su partido, La U, que lo suspendió de su militancia por tres meses.
El congresista, visiblemente inconforme, sostuvo una pancarta con un mensaje dirigido al país y a sus seguidores: “Nos pueden intentar callar, pero no podrán apagar la verdad. A mi familia, a mis amigos y al país les digo: ánimo. ¡Vamos pa’lante!”.
La reacción de López se da luego de que la colectividad le abriera una investigación disciplinaria, argumentando que su decisión de lanzar el movimiento “La Nueva U” constituye una falta a la disciplina interna. La sanción, además, le impide ejercer voz y voto en representación del partido durante el periodo de suspensión.
Fuentes cercanas a La U aseguran que el malestar con López aumentó tras sus declaraciones críticas hacia la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, una de las principales líderes del partido.
Con esta acción, Julián López envía un mensaje de desafío a su propia colectividad y se posiciona como uno de los protagonistas de la creciente fractura interna dentro de La U, que atraviesa una etapa de tensiones por la conformación de nuevos movimientos y la lucha por el liderazgo político de cara a los próximos comicios.












