La miopía ¿una nueva pandemia?

En el Mes Mundial de la Visión, especialistas advierten del rápido crecimiento de esta enfermedad entre niños y adolescentes.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

En las aulas, en los parques y hasta en los hogares, cada vez son más los niños que observan el mundo a través de un par de lentes. Tener dificultad en la vista, como lo es la miopía, dejó de ser un problema fácil de corregir para expandirse con tal rapidez que la ciencia empieza a catalogarla como una nueva pandemia.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la prestigiosa revista The Lancet, más de un tercio de la humanidad ya vive con esta afectación visual, y las proyecciones para 2050 indican que la mitad de la población mundial verá el mundo desenfocado a distancia.

Lo más alarmante es que esta cifra no proviene de la herencia genética, sino de una transformación profunda en el modo en que las personas están viviendo, trabajando y aprendiendo.

¿Miopía infantil?

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En los consultorios oftalmológicos es donde el fenómeno se hace más evidente, pues cada vez más niños llegan con dificultad para ver el tablero o reconocer rostros, evidenciando que lo que antes aparecía en la adolescencia, ahora se diagnostica en niños de cinco o seis años.
La tendencia es global. En países como Corea del Sur o China, el 90% de los jóvenes son miopes, una cifra que los expertos califican de “epidemia visual”, y aunque América Latina aún no alcanza esos niveles, el camino parece el mismo si no se actúa a tiempo.
En Colombia, el estudio Miopur, realizado por la Foscal y la Universidad Autónoma de Bucaramanga, analizó más de 3.600 personas en diez distritos del país. Los resultados revelaron una prevalencia total de miopía del 12,9%, que se eleva al 14,7% en adolescentes, con mayor incidencia en zonas urbanas.

El estilo de vida sí importa

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En este punto, es importante aclarar que la miopía no surge de una mutación biológica, sino de hábitos modernos como pasar largas horas en interiores, con luz artificial y pantallas a corta distancia, los cuales alteran el desarrollo del ojo. Otras de las causas multifactoriales son:
• Menor tiempo al aire libre.
• Urbanización acelerada.
• Alta presión académica.
• Exceso de dispositivos electrónicos.
Otros estudios demuestran que los niños que pasan más de tres horas al día frente a pantallas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar miopía. El cambio de hábitos también afecta la salud mental y física, pero en el caso de la visión, su impacto es silencioso y progresivo.
Ver es un acto que la mayor parte de las personan dan por sentado, hasta que algo se interpone entre sus ojos y el mundo. La visión no solo nos permite aprender, reconocer y comunicarnos, sino que es una herramienta de conexión emocional y cognitiva.
Por eso, asistir de forma regular al oftalmólogo no solo detecta la miopía a tiempo, sino que también permite identificar enfermedades sistémicas como la diabetes o la hipertensión, que pueden manifestarse a través de los ojos.
De no tratarse esta afección, puede derivar en consecuencias más graves que la simple necesidad de usar gafas. Especialistas advierten que los casos no tratados tienden a progresar al riesgo de padecer enfermedades oculares irreversibles como glaucoma, cataratas precoces, degeneración macular y desprendimiento de retina.
Estos daños, además de comprometer la calidad de vida, pueden provocar pérdida permanente de la visión.

Prevenir para no lamentar

Aunque el uso de la tecnología es inevitable, y en muchos casos, necesario, la solución no es prohibirla, sino encontrar un equilibrio. Por ello, expertos en la materia recomiendan seguir algunas pautas que pueden marcar la diferencia:
• Cada 20 minutos de lectura o uso de pantallas, mirar a lo lejos durante 20 segundos.
• Promover actividades al aire libre al menos dos horas al día.
• Mantener una separación mínima de 40 centímetros frente a pantallas o libros.
• Llevar control oftalmológico anual desde la infancia.
• Reducir el uso de dispositivos antes de dormir.

Estos pequeños, pero significativos cambios en los hábitos cotidianos pueden ralentizar el avance de la miopía y proteger la visión a largo plazo.
Los especialistas insisten en que cuidar la vista es preservar la salud completa, y que la educación visual debería ser parte de las rutinas familiares y escolares.