Colectivos y organizaciones indígenas de la Amazonía ecuatoriana denunciaron recientemente represión por parte del Gobierno de Daniel Noboa, en medio de la lucha contra las operaciones de empresas petroleras, en especial Chevron, acusada de contaminar ríos y afectar la salud de las comunidades locales.
El abogado Pablo Fajardo, representante legal de la Unión de Afectados y Afectadas por las Operaciones Petroleras de Texaco (UDAPT), relató desde Ginebra su experiencia de vida en la Amazonía: “Llegué a los 14 años con mi familia con el sueño de encontrar un futuro, pero nos encontramos con ríos cubiertos de petróleo, niños enfermos y mujeres con la piel quemada por los tóxicos”.
Fajardo señaló que, a pesar de la sentencia histórica que condenó a Chevron a reparar los daños, la multinacional se amparó en tribunales internacionales, eludiendo responsabilidades y dejando a Ecuador obligado a pagar 800 millones de dólares por incumplimientos en acuerdos de inversión.
Represión a organizaciones indígenas
El abogado denunció que el Gobierno ecuatoriano bloqueó recientemente las cuentas bancarias de organizaciones indígenas como CONAIE, Alianza Ceibo y UDAPT, que representan a más de 30.000 afectados. Según Fajardo, la acción busca silenciar a quienes defienden los derechos humanos y ambientales frente a las petroleras, calificando a defensores de derechos como “terroristas”.
El representante legal insistió en la necesidad urgente de un tratado vinculante internacional que regule a las empresas transnacionales, para garantizar justicia a las comunidades afectadas y prevenir futuros desastres ambientales: “Mientras ellos cuentan beneficios, nosotros contamos muertos”.
Impacto de las operaciones petroleras
Fajardo recordó que la contaminación de Chevron ha dejado más de 60.000 millones de litros de desechos tóxicos, provocando enfermedades, desplazamiento y daño ambiental masivo en la Amazonía. La falta de responsabilidad corporativa, sumada al respaldo del poder político y económico, ha perpetuado la impunidad de las transnacionales en el Sur Global.
El abogado advirtió que la lucha por los derechos de las comunidades no solo es nacional sino global, y que la presión internacional es clave para que los países cumplan con la protección del medio ambiente y los derechos humanos.
“Vivo con miedo, sí. Pero más grande que el miedo es la rabia de ver cómo se compra la impunidad con el sufrimiento de los pueblos. Y más fuerte aún es la convicción de que no luchamos solos”, concluyó Fajardo, señalando que la resistencia indígena seguirá firme, y que la Amazonía, a pesar de los daños, continúa viva.












