El Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford, considerado el más grande de su flota, hacia el mar Caribe. La medida se da en medio de un ambiente de tensión con Venezuela y Colombia, tras una serie de operaciones militares contra embarcaciones que, según Washington, estarían involucradas en el tráfico de drogas.
El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, ordenó el envío del portaaviones y su grupo de ataque al área de responsabilidad del Comando Sur, con el objetivo de fortalecer las operaciones destinadas a desmantelar organizaciones criminales transnacionales. Así lo confirmó el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, quien señaló que la presencia naval busca “reforzar la capacidad de Estados Unidos para detectar, monitorear y neutralizar actividades ilícitas que ponen en riesgo la seguridad regional”.
El USS Gerald R. Ford se unirá a una flota ya desplegada desde mediados de año, conformada por buques anfibios, aviones de combate F-35B, aeronaves de patrullaje P-8 y drones MQ-9, que operan desde bases militares en Puerto Rico.
Durante las últimas semanas, las fuerzas estadounidenses han destruido varias lanchas en el Caribe y el Pacífico, causando la muerte de varias personas cerca de las costas venezolanas y colombianas. Estos hechos han incrementado las tensiones diplomáticas, ya que los gobiernos de ambos países han denunciado acciones militares sin autorización y presuntas ejecuciones extrajudiciales.
El secretario Hegseth también informó que una reciente operación militar resultó en el hundimiento de una embarcación atribuida al grupo criminal Tren de Aragua, en la que murieron seis personas calificadas como “narcoterroristas”.
El gobierno de Nicolás Maduro ha reaccionado con preocupación, denunciando que Estados Unidos estaría desarrollando operaciones encubiertas de la CIA dentro del territorio venezolano, lo que aumenta el riesgo de un conflicto directo entre ambos países.
El despliegue del Gerald R. Ford representa una de las mayores movilizaciones navales de Estados Unidos en la región durante los últimos años y refleja la escalada de tensiones políticas y militares que podría tener implicaciones significativas para la seguridad del Caribe y América Latina.











