Han pasado cuarenta y cinco años desde que el silencio se apoderó de Nueva York la noche del 8 de diciembre de 1980, cuando el mundo perdió al reconocido artista John Lennon, quien fue asesinado frente al edificio Dakota por Mark David Chapman, uno de sus admiradores.
Ahora, tras casi medio siglo, Chapman volvió a hablar ante la junta de libertad condicional del penal de Green Haven, en el condado de Dutchess, y sus palabras volvieron a abrir una vieja herida.
“Fue por mí y solo por mí. Todo tenía que ver con su popularidad. Mi crimen fue completamente egoísta”, confesó el recluso de 70 años, según documentos citados por The New York Post. No hubo excusas ni misterio, el hombre que mató al ex Beatle reconoció que lo hizo por un deseo insaciable de fama.
“Quería ser famoso, ser algo que no era. Y luego me di cuenta de que había un objetivo aquí: no tenía que morir; podía ser alguien. Había caído tan bajo”, declaró durante la audiencia realizada a finales de agosto.
Según informes judiciales y análisis psicológicos citados por CNN y The Guardian, Chapman desarrolló una obsesión enfermiza que mezclaba admiración, resentimiento y una personalidad marcada por el narcisismo y la inestabilidad mental. Veía en Lennon un hombre que predicaba un mundo sin posesiones mientras vivía rodeado de lujos.
El asesino también reveló que se inspiró en The Catcher in the Rye, la célebre novela de J. D. Salinger. Llevaba un ejemplar consigo la noche del crimen y consideraba al protagonista, Holden Caulfield, una especie de guía espiritual. En su mente alterada, Lennon representaba la falsedad del mundo adulto.
Desde aquella triste noche, Chapman cumple una condena de 20 años a cadena perpetua. Ha solicitado la libertad condicional catorce veces, y en todas se le ha negado. Las autoridades sostienen que, aunque habla de arrepentimiento, no ha mostrado una empatía real por la magnitud del daño causado.












