Tema Educativo: Reflexiones Curriculares

Por: Stella Oliva Pérez

 

El educador crítico piensa, razona, discierne entre lo más plausible para los procesos de formación. Sin embargo, hoy nos encontramos ante un dilema: por una parte, el maestro Reynaldo Mora Mora, habla del currículo como un acto vivo, una construcción social y espiritual; y por otra, enfrentamos una generación que ha perdido la capacidad de razonar y de pensar críticamente.

El público —jóvenes y, a veces, también docentes— no logra distinguir lo evidente, no sabe si lo que recibe es bueno o malo. Y ahí está el dilema: la educación ha ido perdiendo su alma.

En el contexto de las problemáticas sociales (PS) están las complejidades del discurso sobre la formación integral. En ellas se pone a prueba hasta qué punto son dialogantes los saberes enseñables con la realidad. El maestro Mora nos advierte que no debemos engañarnos con consensos superficiales; que es necesario desentrañar las contradicciones y ambigüedades que nacen cuando la Escuela, con sus saberes, debe luchar contra el instrumentalismo de la estandarización del currículo oficial.

El Currículo Contextualizado y Pertinente (CCP), como él lo propone, se levanta frente a esa tendencia perversa que promueve la desigualdad social desde la educación. Su apuesta, en cambio, aumenta los poderes de la autonomía escolar, la fuerza formativa de los saberes, y el vínculo con los contextos vivos donde la educación se hace carne. Es un currículo con alma, con espíritu, que lucha contra los espíritus adversos del tecnicismo y la indiferencia.

Sin embargo, no basta con teorizarlo. Nos enfrentamos a una realidad que preocupa: ¿de qué sirve un currículo tan bien concebido si no hay estudiantes ni profesores capaces de comprenderlo, vivirlo y defenderlo? ¿Cómo avanzar si el razonamiento se debilita y la crítica desaparece, reemplazada por la comodidad y la pasividad? Sin pensamiento crítico, sin sensibilidad y sin espíritu, los esfuerzos del Estado, de la familia y de la escuela se vuelven inoperantes.

Hoy, más que nunca, necesitamos recuperar la fuerza del pensamiento, la capacidad de razonar con profundidad y de sentir con humanidad. La escuela no puede seguir siendo un espacio de rutina vacía, sino un territorio donde se despierte el alma del conocimiento, donde el currículo vuelva a ser diálogo, conciencia y transformación.

Porque —como lo afirma el maestro Mora— “hay que construir el discurso curricular contemporáneo de manera permanente, retomando y haciendo nuestras las problemáticas sociales”, y “el currículo debemos considerarlo como un texto escrito de la realidad social.”

Desde esa visión, el Currículo Contextualizado y Pertinente se convierte en guía para educadores y educandos, para transformar las prácticas y discursos en interacción con el contexto y sus avatares.

Pero para que ese cambio sea posible, la educación debe renacer desde dentro, desde su fibra más fina, desde el espíritu. De lo contrario, la escuela seguirá doblegada por el neoliberalismo y las pruebas estandarizadas que miden sin comprender, que clasifican sin formar.

Este texto no busca imponer una regla ni repetir un dogma. Nace de la preocupación y del amor por la educación. Es una súplica del alma pedagógica que clama por reflexión, sensibilidad y pensamiento crítico.

Porque cuando un país pierde su capacidad de razonar, pierde también su destino.

Y cuando la escuela olvida su espíritu, deja de ser luz para convertirse en sombra.

Que el espíritu del pensamiento vuelva a encender la lámpara del saber, para que la Escuela recupere su alma y la educación su sagrada misión de iluminar conciencias.