En tan solo siete mutos roban valiosas joyas imperiales en el Museo del Louvre

Las autoridades francesas investigan un espectacular robo ocurrido la madrugada del domingo en el Museo del Louvre, donde una banda profesional logró sustraer en apenas siete minutos varias joyas de la corona francesa, algunas con más de un siglo de historia.

El atraco tuvo lugar en la icónica Galería Apolo, una de las más visitadas del museo. Según confirmó el ministro del Interior, Laurent Nuñez, los delincuentes actuaron con precisión quirúrgica: llegaron en un camión con una escalera extensible, escalaron hasta el segundo piso y forzaron una ventana utilizando una cortadora de disco.

Una vez dentro, se dirigieron directamente a dos vitrinas que resguardaban piezas pertenecientes a las familias imperiales de Napoleón I y Napoleón III. Entre los objetos robados se encuentran diademas, collares, broches y pendientes que pertenecieron a la emperatriz Eugenia, la reina María Amelia y la emperatriz María Luisa.

Aunque la mayoría de las joyas desaparecieron sin dejar rastro, una corona de la emperatriz Eugenia fue hallada dañada cerca del museo, aparentemente abandonada por los ladrones durante la fuga.

El Ministerio de Cultura informó que las alarmas funcionaron correctamente y que el personal del Louvre siguió los protocolos de seguridad, protegiendo a los visitantes y alertando de inmediato a las autoridades. Sin embargo, la rapidez y coordinación del grupo criminal impidieron su captura.

Las autoridades creen que se trata de una banda especializada que ya habría actuado en otros museos franceses. En los últimos meses se registraron robos similares en el Museo de Historia Natural de París, donde se llevaron oro en bruto valorado en más de 600.000 euros, y en Limoges, de donde desaparecieron porcelanas estimadas en seis millones de euros.

Expertos en seguridad cultural advierten que los delincuentes suelen elegir joyas y objetos pequeños por su facilidad para ser desmontados y vendidos por partes en el mercado negro, a diferencia de pinturas reconocidas como la Mona Lisa, imposibles de comercializar.

El robo revive el recuerdo del famoso caso de 1911, cuando La Gioconda fue sustraída del Louvre y recuperada tres años después en Italia. Esta vez, sin embargo, los investigadores temen que las piezas imperiales no corran la misma suerte.

Las autoridades francesas mantienen un operativo a nivel nacional e internacional para dar con el paradero de los responsables y recuperar las joyas antes de que desaparezcan definitivamente.