Por: Álvaro Cotes Córdoba
Los políticos de las tinieblas critican lo que los brillantes políticos hacen muy bien y no los pueden emular. O tratan de opacar sus brillos, simplemente porque les incomoda sus luces fuertes, ya que están acostumbrados a vivir entre la penumbra, no porque quieren, sino porque no pueden salir de ella, debido a sus antecedentes nada buenos que se convertirían después en el tendón de Aquiles y el cual aprovecharían los contrincantes brillantes, para exponerlos ante la opinión pública, el terror de los políticos condenados a las tinieblas. Esa evidencia social se está viendo con pasmosa intensidad en el Magdalena por estos días de campañas políticas, para hacerse a un año, sí, a solo un año de administración pública en la Gobernación.
Les importa un bledo el tiempo, pues consideran que en un año se roban todo lo que no se han podido robar en los últimos seis años, porque para eso sí relumbran, incluso, más que el Sol. Porque ahí sí, nadie los supera.
Por eso hoy el panorama político por un año en la administración de la Gobernación del Magdalena es aterrador. Ha incentivado a esos políticos de las tinieblas, con poder adquisitivo, para repetir lo que hicieron con la Alcaldía de Santa Marta: Colocar sus candidatos clandestinamente.
Pero como entre Cielo y Tierra no hay nada oculto y todo se sabe, ya comenzaron ellos mismos a delatarse, como ocurrió con los mismos sindicalistas, abogados, altos funcionarios y miles de trabajadores que acabaron con la extinta empresa Puertos de Colombia.
En su afán por volver all poder, estos políticos de las tinieblas tejen redes de engaño, prometiendo lo que nunca hicieron cuando estuvieron en el poder.
Se disfrazan de redentores a través de títeres, pero su sombra los delata: pactos oscuros, alianzas forjadas en la codicia y un desprecio absoluto por el pueblo que dicen representar.
En el Magdalena, la historia se repite como una tragedia cíclica, donde los mismos nombres, las mismas familias y los mismos vicios se reciclan bajo nuevas máscaras. Sin embargo, la luz siempre encuentra su camino.
La ciudadanía, hastiada de esos políticos de las sombras, ya comenzó a ver sus asomos.
Cada intento de buscar regresar ya no es desapercibido por el pueblo que ya no es ciego. El brillante político, aquel que trabaja con transparencia y compromiso, no necesita apagar la luz de otros para brillar. Su fuerza radica en la verdad, en las obras realizadas, en la confianza que inspira. Mientras los políticos de las tinieblas se enredan en sus propias trampas y el líder auténtico avanza, iluminando el camino hacia un Magdalena que merece más que un año de espejismos.
Y así, en este escenario de contrastes, la historia se escribe con una certeza: la penumbra puede ser densa, pero nunca eterna. La luz de la verdad, tarde o temprano, disipa las sombras. El pueblo del Magdalena, con su memoria y su valentía, será de nuevo el artífice de un futuro donde los políticos de las tinieblas no tengan más cabida, y donde el brillo de la honestidad y el progreso reine, no por un año, sino por generaciones o por siglos de los siglos…