¿Qué pasa cuando la diabetes toca los riñones?

Entre el 30% y el 50% de los pacientes con diabetes pueden desarrollar enfermedad renal diabética, una complicación que avanza en silencio y que se ha convertido en uno de los mayores desafíos de salud pública en Colombia.

Redacción Sociales
LA LIBERTAD

En el cuerpo humano, los riñones cumplen la función de filtrar la sangre y mantener el equilibrio del organismo. Sin embargo, cuando la diabetes se convierte en un enemigo, estos órganos vitales comienzan a perder su capacidad de funcionamiento.

Así se origina la enfermedad renal diabética (ERD), una complicación que afecta entre el 30 % y el 50 % de las personas con diabetes tipo 2, y que, pese a su gravedad, muchas veces pasa desapercibida hasta etapas avanzadas.
La ERD surge como consecuencia del daño que provocan los altos niveles de glucosa en la sangre sobre los vasos sanguíneos y las células de los riñones. Con el tiempo, este deterioro impide que los órganos filtren adecuadamente los desechos y líquidos del cuerpo, derivando en insuficiencia renal, una condición que puede reducir la esperanza de vida hasta en 16 años si no se trata a tiempo.

Lo más preocupante es que su evolución suele ser silenciosa, pues en las primeras etapas no presenta síntomas evidentes, lo que impide a muchos pacientes reconocer el problema. Se estima que el 80% de las personas con daño renal no son diagnosticadas tempranamente, y apenas un 10% recibe el manejo médico adecuado.
Es precisamente esta falta de diagnóstico oportuno lo que agrava el pronóstico y aumenta los costos asociados al tratamiento, especialmente cuando se requiere diálisis o trasplante.

¿Se puede frenar?

Según la doctora Silvia Rey, asesora médica senior en temas cardiorrenales de Bayer, la diabetes sigue siendo el principal factor de riesgo para la enfermedad renal y la causa más frecuente de falla renal. Por ello, “detectar oportunamente problemas de este tipo en los pacientes puede contribuir en el mantenimiento de su bienestar, reduciendo el riesgo de progresión al estadio más avanzado de la patología hasta en un 50%”, explica la especialista.

Sin embrago, existen factores que aceleran el daño renal, como la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, el tabaquismo, la obesidad, los antecedentes familiares de enfermedad renal y la edad superior a 60 años. Estos factores, sumados a la falta de controles médicos regulares, hacen que la enfermedad progrese sin control hasta requerir terapias de reemplazo renal.

El costo de la enfermedad para el país

En Colombia, la situación es alarmante. De acuerdo con la Cuenta de Alto Costo, más de 2,1 millones de personas viven con diabetes, y una parte significativa de ellas presenta algún grado de afectación renal.
La carga económica de la ERD supera los 235 mil millones de pesos anuales, cifra que incluye los costos directos de atención médica, hospitalización, medicamentos y terapias sustitutivas, además de los gastos indirectos derivados de la pérdida de productividad, discapacidad o muerte prematura.
El impacto no solo se mide en cifras, sino en años de vida saludable perdidos. En promedio, un paciente con enfermedad renal diabética pierde casi diez años de vida activa, un dato que muestra no solo el daño físico, sino también las consecuencias sociales y económicas que conlleva esta patología.
Adoptar hábitos saludables sigue siendo la mejor herramienta contra la enfermedad renal diabética. Mantener un control estricto del azúcar en sangre, seguir una alimentación balanceada, hacer ejercicio regularmente, evitar el tabaco y vigilar la presión arterial son medidas básicas pero poderosas para cuidar los riñones.

Los expertos recomiendan que las personas con diabetes visiten periódicamente al nefrólogo y se realicen exámenes de orina y sangre para evaluar su función renal. La detección temprana puede marcar la diferencia entre una vida saludable y la dependencia de un tratamiento crónico.

Sobre la enfermedad renal crónica

El médico internista y nefrólogo Manuel Cueto coincide en que la falta de visibilidad de estas enfermedades es una de las mayores amenazas. Explica que una de cada diez personas padece algún grado de enfermedad renal crónica, sin saberlo.
El especialista advierte que las complicaciones más frecuentes incluyen infartos, fallas cardíacas, eventos cerebrovasculares y, en los casos más graves, la necesidad de recurrir a terapias de reemplazo como la diálisis o el trasplante de riñón.
Sobre los tratamientos, Cueto señala que la diálisis es un procedimiento crónico que puede realizarse de dos formas. “Puede ser por la cavidad peritoneal, que es diálisis peritoneal, y la otra es la hemodiálisis, que consiste en filtrar y purificar la sangre, que está con unas toxinas muy elevadas por el fallo de un órgano vital como son los riñones”.

El nefrólogo también enfatiza que los más propensos a padecer daño renal son aquellas personas con hipertensión, edad avanzada, obesidad, infecciones urinarias o cálculos recurrentes, y quienes tienen antecedentes familiares de enfermedad renal.
Para Cueto, la clave está en la prevención y el estilo de vida. Una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, una buena hidratación, bajo consumo de sal y la evitación del sedentarismo son pilares fundamentales.
Finalmente, advierte sobre el riesgo de la automedicación con analgésicos como el ibuprofeno o el diclofenaco, y con antibióticos usados sin prescripción médica. Estos fármacos pueden provocar inflamación renal (nefritis intersticial) y causar daño agudo o crónico.

La enfermedad renal diabética, y en general la enfermedad renal crónica, representan un desafío creciente que requiere acciones inmediatas desde el sistema de salud, pero también desde cada individuo. Cuidar los riñones no debe ser una opción, sino una prioridad.