Ojo con los tramoyeros que ahora dicen ser «progresistas»

Por Álvaro Cotes Córdoba

Siempre, cuando surge un proyecto político exitoso, los incrédulos buscan después pertenecer a él, poniéndose solamente la camiseta y hablando solemnidades del creador del proyecto. Esas personas que son llamadas de diferentes maneras: unos los apodan avivatos, otros oportunistas y muchos le dicen buñuelos, se convierten más tarde en un cáncer para ese mismo proyecto político.

Yo no pertenezco a ningún movimiento o proyecto político, no soy de izquierda ni de derecha, solo soy periodista como lo he dicho siempre, para aclararle a los borregos que me atacan cuando les cuento al mundo la verdad sobre el cinismo de algunos políticos.

También he sostenido e insisto en que el progresismo se reflejó primero en Santa Marta con el proyecto político de Carlos Caicedo y para mí ha sido el primer experimento de lo que iba a suceder después con el proyecto político de Gustavo Petro, con sus problemas u obstáculos de parte de la oposición salvaje.

Esos oportunistas, que se disfrazan de progresistas, no solo traicionan los ideales que dicen defender, sino que también siembran desconfianza entre los ciudadanos que anhelan un cambio genuino. Su falta de autenticidad y su afán por el poder o el reconocimiento personal terminan por erosionar la credibilidad de los movimientos que buscan transformar la sociedad.

Es imperativo que los verdaderos progresistas, aquellos que trabajan desde la convicción y no desde la conveniencia, sean capaces de desenmascarar a esos tramoyeros. La fortaleza de un proyecto político radica en su coherencia y en la lealtad a sus principios fundacionales.

Permitir que los buñuelos se infiltren es abrir la puerta a la corrupción y al descrédito. Por ello, la ciudadanía debe exigir transparencia y compromiso, y los líderes auténticos deben mantener la guardia alta para proteger el espíritu de sus luchas. Solo así se podrá construir un futuro donde el progresismo no sea solo una etiqueta, sino una realidad transformadora.

No voy a dar los nombres de los tramoyeros políticos que ahora se están arrimando a la sombra de la Colombia Humana, para no afectar en algo sus campañas proselitistas con las camisetas del proyecto político que derrotó a la derecha que siempre nos había gobernado.

Pero sí puedo dar señales y varias de ellas se están mostrando en el Magdalena, desde todos los niveles. Desde el simple líder cívico o comunal, hasta los que antes militaron con partidos políticos de la derecha y en los cuales se cansaron de esperar que los tuvieran en cuenta para postulaciones importantes.

Eso mismo buscan ahora con la Colombia Humana, pero vienen con el veneno de todo lo que aprendieron en la derecha y por eso, cuando empiecen a derramarlo en la izquierda o progresismo, contribuirán a una metástasis dentro del exitoso proyecto político, mientras, los opositores buscan cómo ayudarlos e incluso a financiarlos y hasta, descaradamente, hacer coaliciones públicas.

El fin es engañar al electorado para beneficio propio o ascender al poder, en donde el único que progresa es él y no le hace ninguna obra de trascendencia al pueblo. A esos yo los llamo camaleones.