POR: REYNALDO MORA MORA
Desde el Currículo Contextualizado y Pertinente, CCP, lo importante es aprender de los procesos de articulación de la Escuela y la Universidad con el contexto y sus Problemáticas Sociales, PS, mantener en funcionamiento los significantes de los saberes enseñables porque se inscriben en las demandas democráticas de la sociedad a la educación, como una cadena de soluciones-respuestas-impactos-transformaciones. Esta articulación es contextual porque toda demanda social está adscrita como un “destino manifiesto” a lo que ofrecen los saberes escolares, como capacidades didácticas contextualizadas y pertinentes. Esto, para referirme a la ambigüedad del currículo oficial acerca de los significados instrumentales de lo que se enseña, esto es lo que debemos derrotar, porque no se articulan con la realidad social. Se trata de significados vacíos, sin cadenas de conexiones, son saberes agotados como expresiones de ambigüedades inherentes a este tipo de currículo. No hay bases analíticas en lo que se debe aprender, no hay prácticas significantes; por ello, el sistema educativo está en crisis orgánica, profunda, inestable frente a las tendencias curriculares que subvierten la Escuela y la Universidad. Por ello, con el CCP hemos dado un paso adelante en este proceso de cambio de paradigma curricular, constituyendo esta perspectiva en una herramienta importante, en cuanto se refiere a poner de manifiesto la heterogeneidad en los procesos formativos, como la clave para entender la Formación como la unión entre currículo y contexto, como texto en construcción permanente.
De acuerdo con la orientación dialógica del discurso del CCP, sus prácticas están dirigidas en encontrar respuestas desde los saberes enseñables a las preocupaciones y necesidades de los contextos en los cuales están presentes las instituciones educativas, previéndolas y construyéndolas. El significado de esta construcción es comprometido por parte de los actores sociales y de los sujetos del proceso formativo, conteniendo opiniones, valores, puntos de vista, juicios, argumentos, conceptos. El docente crítico contextualizado intenta, pues, vincular su sistema teórico y conceptual con el de los estudiantes para dialogar a fin de construir soluciones dialógicas consensuadas. Estas respuestas construidas son enunciados de saberes que se guían por cambios de la realidad social, es decir, por la alteración de las Problemáticas Sociales, como prioridad y salvaguarda de una Formación Integral Contextualizada y Pertinente, FICP. Este es el principio generador de una Práctica Formativa Contextualizada y Pertinente, es el criterio fundamental que orienta al docente a inspirarse en esas tensiones para su ejercicio cotidiano.
Así como el cognitivismo instrumental de las competencias ha sido la teoría del currículo oficial apropiada para seguir homogenizando y estandarizando los procesos de formación, entonces, tenemos que, para pensar en una FICP, hay unos créditos rentables, frente a nuestra crítica, como teoría apropiada, como capital material y simbólico a partir de sus relaciones con el contexto. Nuestra crítica se basa por la no consideración del contexto con sus problemáticas en los procesos de enseñanza. Para el CCP hay una ardiente incrustación social del contexto en el currículo escolar, lo que explica el hecho de que los debates formativos no se reducen a asuntos técnicos, sino que damos lugar a la Teoría Curricular Contextualizada y Pertinente, TCCP. A través de este insumo teórico y conceptual que critican al currículo oficial se percibe una fuerte convicción: aprender a saber a leer el contexto con respuestas de saberes enseñables contextualizados, pero es también descubrir nuevas cuestiones en las evidencias del aprender. Es evidente la ambición intelectual del CCP: se trata menos de encontrar respuestas para el instrumentalismo de las pruebas y encontrar más sentidos a las problemáticas sociales. Por eso, el contexto es una puerta de ingreso decisiva en una Escuela preocupada por lo sociocultural en la formación de buenos ciudadanos críticos y democráticos. Desde esta perspectiva curricular la TCCP y a partir de la Investigación Acción Participación, IAPC, hemos venido argumentando con nuestra posición a esa mañosa ortodoxa evaluación del currículo oficial. Con estos presupuestos socializados en nuestros textos, se ha sostenido que la relación del currículo con el contexto está cargada de conclusiones prácticas y teóricas para los saberes enseñables. Sobre estas bases se ha propuesto una Nueva Cultura de la Evaluación, NCE, que consideramos es un tránsito hacia la consideración por lo sociocultural. Estos presupuestos han aportado elementos aglutinadores para pensar la FICP. Esto representa el socavamiento del currículo oficial. Y lo hacemos a partir de procesos dialógicos y críticos como potenciadores cruciales para el CCP.
Entonces, las PS son la clave para entender la coherencia entre Escuela, Universidad con la Sociedad, como la dimensión básica para la enseñanza y el aprendizaje, como el mejor clima formativo para dar cuenta de cómo se da este enlace y el alcance de los presupuestos teóricos que hemos venido manifestando como pensamiento subversivo, al que nos invitan Nietzsche y Foucault para ir contra los tecnócratas del neoliberalismo, que han fracasado frente a la formación de buenos ciudadanos críticos y democráticos. Con el CCP desarrollamos una especie de “Iluminismo análisis del currículo”, que nos invita a pensar en por qué y para qué construimos acciones para la relación con el contexto. Esta postura contrasta con el énfasis dado por el currículo oficial a las competencias cognitivas diseñadas para pensar el mercado. Este es su eidos orientador. Este es su lugar común que ciertamente como educadores críticos necesitamos combatir y reemplazar: no podemos dejar de criticar radicalmente este instrumentalismo que ha llevado al sistema educativo a estar enfermo y frío de cara a la realidad social. Es en el contexto amplio de la crisis que vive el sistema educativo colombiano, cuando exploramos y proponemos el Currículo Contextualizado y Pertinente porque este es el planteo que como primera prioridad formativa-ciudadana hemos oficializado en nuestros textos, que nos permita dar por terminado los engañosos privilegios hegemónicos de la evaluación estandarizada e instrumental.
Este instrumentalismo ha creado una burocracia opaca, inestable que se unifica en torno a la política neoliberal de las competencias cognitivas pensando la empresa. Esas pruebas son una nítida expresión de la desigualdad social desde la educación para las clases pobres. Tenemos, que bajo el discurso oficial se dan los usos antidemocráticos de esta desigualdad, violentando la autonomía de las instituciones educativas. Este tipo de instrumentos, como son las pruebas estatales, sirven para afianzar el vínculo entre tecnocracia educativa y el currículo oficial, que se utiliza para evadir la responsabilidad formativa de estrechar los saberes con las PS, que son el repertorio de realidades comunes para ser asumidas por el enseñar y aprender. Desde el CCP desarrollamos la curricularización de las problemáticas de la sociedad. Creemos que esta es una explicación mejor para la Formación Integral, que la razón instrumental del currículo oficial, que es la aventura para dar respuesta a las necesidades de las competencias del mercado, que se nos presenta como lo nuevo por parte de esos tecnócratas. Para nosotros la propuesta del CCP es la concepción democrática de formar buenos ciudadanos críticos y democráticos, porque es la tensión inherente a la sociedad. Por eso hay que ser insistentes en este punto, porque es el rasgo sobresaliente para una Institución Educativa, lo que conforma el carácter profundamente constitucional de los procesos para pensar una Formación Integral Contextualizada y Pertinente mirada críticamente como alternancia democrática.