Liderazgo forjado en la adversidad: una voz femenina en defensa de los derechos humanos

Una lideresa cuya trayectoria ha estado marcada por la violencia política y la lucha por la equidad, reafirma su compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres y la participación real en la vida pública, más allá de intereses partidistas.

La historia política de esta lideresa ha estado estrechamente ligada a un contexto de adversidad, desafíos estructurales y la persistente violencia política motivada por su condición de mujer. A lo largo de los años, su participación en distintos espacios y movimientos ha sido consecuencia directa de un sistema que, con frecuencia, excluye a quienes defienden con firmeza la igualdad de derechos y la justicia social.

Más allá de las filiaciones partidistas que ha tenido que asumir a lo largo de su camino, su enfoque ha sido siempre claro: la defensa irrestricta de los derechos humanos, especialmente de las mujeres y las familias. Su lucha no ha estado guiada por ambiciones individuales ni cálculos electorales, sino por un profundo compromiso con las causas sociales y la transformación del entorno desde el respeto, la sonoridad y la construcción de paz.

En un escenario político aún dominado por estructuras tradicionales y jerarquías cerradas, su voz ha resonado como una defensa activa por la paridad y la representación real de las mujeres en los espacios de decisión. Ha denunciado públicamente cómo la cuota femenina, en muchas ocasiones, es manipulada por las cúpulas partidistas para responder a intereses particulares, desplazando el verdadero sentido de inclusión que debe tener la política.

“No me llaman para elegirme”, ha dicho en diversas ocasiones, en referencia a cómo las decisiones políticas suelen ignorar trayectorias basadas en el mérito y el liderazgo social. Aun así, afirma con convicción que “no hay poder más grande que el de Dios y el de la gente que anhela un cambio verdadero”. En ese mensaje se resume su esperanza: que sea el pueblo, con su voz y su voto, quien elija a quienes verdaderamente representan sus necesidades y luchas.

Desde su lugar en la sociedad, continúa construyendo espacios de solidaridad con otras mujeres, promoviendo la participación activa en la vida pública, y exigiendo respeto no solo para su labor, sino también para la dignidad de todas aquellas que, como ella, han hecho de la política un instrumento de transformación social.

Su historia no es solo un testimonio de resistencia, sino una invitación urgente a revisar cómo se construye la política en Colombia, y a reconocer el papel fundamental de las mujeres en la defensa de los valores democráticos, la equidad y los derechos humanos.