El recrudecimiento de la violencia en varias regiones del país sigue dejando una preocupante cifra: 200 personas asesinadas en 61 masacres registradas entre enero y el 3 de octubre de 2025, según el más reciente informe del Observatorio de Derechos Humanos y Conflictividades del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).
El organismo define una masacre como “el homicidio intencional y simultáneo de tres o más personas en estado de indefensión, por un mismo autor y bajo iguales circunstancias”.
Departamentos más afectados
El Valle del Cauca encabeza el listado con 14 masacres y 46 víctimas mortales, seguido por Antioquia con 9 hechos violentos (31 muertes) y Norte de Santander con 8 casos (23 asesinatos).
Otros territorios con registros alarmantes son Cauca (5), La Guajira (3), Atlántico (3), Nariño (3) y Bogotá (3).
También se documentaron dos masacres en Santander, Magdalena, Risaralda y Huila, y una en Bolívar, Meta, Guaviare, Arauca y Cundinamarca.
En comparación con 2024, cuando el país reportó 76 masacres con 267 víctimas, la tendencia de 2025 indica una leve reducción, aunque los indicadores de violencia continúan siendo alarmantes.
Tres masacres en Barranquilla y su área metropolitana
El departamento del Atlántico ha sido escenario de tres masacres que suman nueve víctimas, todas ocurridas en Barranquilla y su área metropolitana, reflejando una violencia urbana vinculada al narcotráfico, el cobro de extorsiones y disputas entre bandas criminales.
1. Soledad (3 de julio): la masacre de la familia Peralta Estupiñán
El primer hecho ocurrió en el barrio La Fe, municipio de Soledad, donde sicarios asesinaron a tres integrantes de la familia Peralta Estupiñán, allegada al presunto cabecilla de ‘Los Costeños’, Otón Alfredo Peralta.
La madre del líder, Esperanza Estupiñán de Peralta (69 años); su hermano, Juan Carlos Peralta (50), y su cuñado, Wilderson Enrique Hernández (51), fueron las víctimas del ataque.
Las autoridades señalaron que el crimen habría sido una retaliación por un intento de homicidio dentro de la cárcel de La Dorada, donde ‘Los Costeños’ y ‘Los Pepes’ mantienen una violenta disputa.
2. Puerto Colombia (2 de junio): ataque en la finca Villa de Olvega
En la finca “Eco House Villa de Olvega”, municipio de Puerto Colombia, un ataque armado dejó tres muertos y nueve heridos durante una fiesta.
Entre las víctimas se encontraban Maciel Karina Gómez, reconocida DJ y comunicadora social; Luis Alfredo Vergara, y Ronald José Alarcón, este último con antecedentes por hurto.
Fuentes policiales señalan que el atentado estaría dirigido contra alias ‘Choco’, presunto miembro de ‘Los Costeños’, por orden de alias ‘El Turco’, en medio de una disputa por el control territorial del narcotráfico.
3. Juan Mina (3 de octubre): triple homicidio en una barbería
El hecho más reciente se registró en el barrio Pinar del Río, corregimiento de Juan Mina, donde un sicario irrumpió en una barbería y asesinó a tres hombres: el propietario José Robles Rocha (24), el cobradiario Jefferson Villegas Ramírez (31) y el ayudante Alejandro Osorio Piñeres (24).
Según fuentes judiciales, el crimen estaría vinculado a una disputa por las rutas de cobradiarios, ordenada desde la cárcel La Picota por alias ‘El Negro del Rubí’ y ‘Jhonathan’.
El hecho ocurrió apenas un día después de que se anunciara la tregua entre las bandas ‘Los Costeños’ y ‘Los Pepes’, firmada por Digno Palomino y Jorge Eliécer Díaz Collazos.
En entrevista con W Radio, alias ‘Castor’, líder de ‘Los Costeños’, negó la autoría del triple homicidio, asegurando que otras estructuras estarían usando el nombre de su organización para encubrir sus crímenes.
Un país en crisis humanitaria persistente
De acuerdo con Indepaz, las masacres reflejan la persistencia de conflictos armados locales, el reacomodo de estructuras criminales y la presión de economías ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal y la extorsión.
El organismo advierte que, pese a los esfuerzos del Gobierno Nacional por implementar la “paz total”, la fragmentación de los grupos armados y la débil presencia estatal en los territorios continúan alimentando la violencia.
En el Atlántico, los recientes hechos de sangre evidencian que la guerra entre bandas urbanas sigue activa, mientras que en el resto del país las comunidades rurales enfrentan el recrudecimiento del control armado.