La Llorona aterroriza Villa Betel: el misterio que desvela un barrio en Santa Marta

Por: Emilio Gutiérrez Yance

Esa noche, el barrio Villa Betel se estremeció. Nadie sabe si fue el viento, un mal sueño o algo que vino del más allá, pero los gritos se escucharon claros entre las calles dormidas:
“¡Ay, mis hijos!”

Los perros ladraron como si vieran lo invisible, las luces parpadearon y más de uno se persignó bajo la sábana. A los pocos minutos, en los grupos de WhatsApp empezó el rumor: “Dicen que la Llorona anda por aquí.”

Y como en toda buena historia, apareció el video. Una figura blanca avanzando entre la oscuridad, un lamento que eriza la piel, una sombra que nadie puede explicar. Nadie sabe quién lo grabó, pero todos lo vieron. Algunos juran que fue en la calle principal; otros, que fue cerca del caño. Lo cierto es que desde entonces nadie duerme igual.

En las esquinas, los vecinos discuten entre miedo y risa nerviosa: que si fue un alma en pena, que si fue una vecina buscando señal para el WiFi, o que si la Llorona ha decidido cambiar el río por el barrio. “Aquí uno puede no creer, pero por si acaso, yo cierro la puerta y rezo”, dice doña Rosa, con la linterna lista por si vuelve el alarido.

Los más valientes han organizado una “vigilia” para esta noche. Dicen que si la escuchan otra vez, grabarán mejor el video. Pero entre bromas y rezos, todos saben que hay cosas que es mejor no buscar.

Porque en Villa Betel el viento sigue trayendo susurros, y cada madrugada alguien jura haberla oído llorar otra vez, como si su pena se hubiera mudado al barrio.
Quizá la Llorona no busca hijos esta vez… sino oídos que la escuchen.