¿Figuras ocultas detrás de la candidatura de ‘El Mono’ Martínez a la Gobernación? (Parte I)

Por Álvaro Cotes Córdoba

En medio del revuelo por las elecciones atípicas a la Gobernación del Magdalena, programadas para el 23 de noviembre, fuentes cercanas al ambiente político departamental han destapado un episodio que añade un velo de misterio a la contienda.

Antes de ayer, en las instalaciones del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Santa Marta, se avistó al conductor del senador Carlos Mario Farelo Daza, identificado como Neider, en una maniobra que ha encendido las alarmas sobre posibles alianzas subterráneas.

Según testigos confiables, Neider no solo estuvo presente, sino que coordinó la llegada del senador Paulino Riascos Riascos, quien aparece públicamente junto a Miguel «El Mono» Martínez en fotografías y videos difundidos durante la inscripción de este último como candidato en la Registraduría Nacional.

El encuentro, descrito como discreto pero cargado de implicaciones, ocurrió en un contexto de alta tensión electoral. «El Mono» Martínez, concejal de Santa Marta que renunció recientemente a su curul para lanzarse a la Gobernación con el aval del partido Alianza Democrática Amplia (ADA) –fundado por el propio Riascos–, se inscribió formalmente el pasado 8 de octubre en la sede de la Registraduría en Santa Marta.

Las imágenes de ese momento, que circulan ampliamente en redes sociales, muestran a Riascos y Martínez hombro con hombro, sonrientes y rodeados de simpatizantes, proyectando una imagen de unidad bajo la coalición ALMA, que incluye a Colombia Justa Libres y la Liga de Gobernantes Anticorrupción. Sin embargo, el avistamiento en el aeropuerto pinta un panorama distinto: Neider, figura de bajo perfil asociada al equipo logístico del senador Farelo –del Partido Cambio Radical y oriundo de Ariguaní–, optó por mantenerse en las sombras, oculto entre el bullicio de los viajeros para evitar ser reconocido.

Fuentes que prefieren el anonimato por temor a represalias políticas explican que esta discreción no es casual. «Neider llegó primero, coordinó el traslado de Riascos y se aseguró de que todo fluyera sin testigos incómodos. El conductor de Farelo sabe que su presencia podría delatar conexiones que prefieren mantener en secreto», reveló uno de los informantes.

La sospecha de un «poder en la sombra» se intensifica al considerar el rol de Riascos. El senador por el Cauca, líder del ADA, ha sido un actor pivotal en la conformación de la candidatura de Martínez. No obstante, su reciente salida del Pacto Histórico –anunciada el 5 de noviembre de 2024 por denuncias de «corrupción perversa» e incumplimiento de promesas hacia comunidades afrocolombianas– ha reconfigurado alianzas en el Caribe.

Riascos, quien preside la Comisión de Presupuesto del Senado y ha abogado por mecanismos de transparencia en regalías, parece ahora apostar por figuras como Martínez para expandir su influencia en el Magdalena, un departamento históricamente marcado por disputas políticas entre clanes como el de los Cotes –al que se vincula a Farelo– y movimientos independientes.

Pero ¿qué motiva esta aparente reserva? Críticos del entorno electoral señalan a la frustración acumulada en el Congreso como telón de fondo. «Esos son los que están detrás del Mono, pero se esconden porque tienen rabo de pajas y se avergüenzan de mostrarse», confiesa una fuente política local, usando una expresión coloquial que alude a promesas vacías y esfuerzos estériles.

Farelo y Riascos, ambos con periodos en el Congreso que suman años de debates sobre hacienda, crédito público y desarrollo regional, enfrentan cuestionamientos por su impacto tangible en el Magdalena.

«Son conscientes de que no han hecho nada sustancial por el Magdalena desde el Congreso, y sin embargo, pretenden acceder a la Gobernación con un títere», añade la fuente, refiriéndose a Martínez como un posible «frente» para intereses ocultos.

Este episodio en el aeropuerto no solo expone las fisuras en la política magdalenense, sino que resalta las dinámicas de poder en un departamento donde las elecciones atípicas –convocadas tras la vacancia del cargo– podrían redefinir el control territorial.