A solo días de la elección del nuevo rector de la Universidad del Atlántico, una reunión privada en Cartagena entre una funcionaria de la Alcaldía de Barranquilla y miembros del Consejo Superior de la institución ha generado polémica y suspicacias sobre posibles intereses políticos en el proceso.
De acuerdo con información obtenida por medios nacionales, la jefa de Talento Humano de la Alcaldía de Barranquilla, Elania Redondo Peña, fue vista en un encuentro en un reconocido hotel de la capital de Bolívar junto a Angely Cordero, representante de los estudiantes, y Abraham Escol, delegado de los egresados ante el Consejo Superior. En la reunión también estuvo presente Reidin Montenegro, corregidor del corregimiento de La Playa.
La controversia radica en que tanto Cordero como Escol tienen derecho al voto en la elección del próximo rector, que se llevará a cabo el 10 de octubre, lo que ha despertado cuestionamientos sobre la posible injerencia de actores externos en una decisión que debería ser autónoma.
Según versiones conocidas, desde la Alcaldía de Barranquilla existiría respaldo hacia la candidatura de Leyton Barrios, identificado con el grupo político de la casa Char y con el apoyo del alcalde Alejandro Char y del empresario Fuad Char. No obstante, la Casa de Nariño estaría promoviendo a Wilson Quimbayo, candidato cercano al presidente Gustavo Petro, lo que ha intensificado la disputa por el control de la institución.
El cargo no es menor: la rectoría maneja recursos cercanos al medio billón de pesos, además de una estructura administrativa que, según observadores, históricamente ha sido utilizada para fortalecer alianzas políticas.
Los resultados de la reciente consulta interna dejaron como opcionados a Danilo Hernández Rodríguez, Álvaro González, Leyton Barrios, Wilson Quimbayo y Alcides Padilla. Quimbayo ha reconocido el respaldo del Gobierno nacional, aunque aseguró que, de ser elegido, su gestión no estará politizada.
La elección se perfila como una de las más tensas en los últimos años, con intereses políticos, económicos y académicos en juego que podrían marcar el futuro de la Universidad del Atlántico y su papel en la educación pública del Caribe colombiano.