Lo más importante para Colombia

Por DIEGO MARTÍNEZ LLOREDA

Por muy hastiados que estemos, los colombianos no debemos botarle tanta corriente al gobierno de Gustavo Petro, al que le quedan 10 meses de ‘vida’. Si ya aguantamos 40 meses de disparates, violencia, improvisación, inseguridad, populismo, inacción y odio venteado, bien podemos soportar 300 días más.

En lo que debemos enfocar nuestro interés es en el gobierno que se va a instalar el 7 de agosto del 2026. La mayor preocupación es, por supuesto, que algún petrista vaya a suceder al actual mandatario.

Aunque, a decir verdad, ese es el escenario menos posible. Las innumerables torpezas del actual gobierno han desgastado a más no poder el proyecto “progresista”. Petro ha desperdiciado la mayor oportunidad que ha tenido la izquierda colombiana en su historia, como lo admiten muchos militantes de ese espectro ideológico.

Si su Paz Total se hubiera consolidado, si hubiera impulsado unas iniciativas sociales sensatas y viables que tendieran, por ejemplo, a mejorar el sistema de salud y no a acabarlo, si hubiera hecho equipo con los empresarios, si hubiera llevado a los ministerios funcionarios conocedores de sus cargos en vez de activistas, si en lugar de estimular la lucha de clases hubiera buscado la unión de los colombianos, si su política exterior estuviera alineada con los intereses del país y no con sus caprichos personales…

En fin, si Gustavo Petro hubiera hecho un buen gobierno, la izquierda tendría allanado el camino para mantenerse en el poder. Pero no fue así, hizo un gobierno nefasto, lo que ha llevado a millones de colombianos a desencantarse de la izquierda y a pensar que lo que más le conviene a Colombia es dar un giro radical.

Y si el candidato del petrismo para los comicios presidenciales es Iván Cepeda, las posibilidades de la izquierda de mantenerse en la presidencia serán aún menores.

Quizás porque uno de los frentes más belicosos de las antiguas Farc llevaba el nombre de su padre. O simplemente porque ha mostrado demasiada cercanía con el partido Comunes, compuesto por los desmovilizados de esa guerrilla.

Por todo lo anterior, en el mejor de los casos para él, Cepeda podrá contar con los votos de la izquierda, que son entre el 25% y el 30% del censo electoral. Morder votos del centro y del centro izquierda le va a resultar muy de para arriba. Y con el 30% de la votación no se gana la Presidencia. (Bendita seas segunda vuelta)

Pienso que Petro, que es pésimo gobernante pero un político sagaz, es consciente de que es muy improbable que un candidato de izquierda lo suceda.

Un analista político con quien he estado dialogando sobre estos temas plantea una hipótesis que tiene bastante sentido: Según él, el petrismo se va a concentrar en obtener una votación muy importante en las legislativas, que le permita al Pacto Histórico tener una gran representación en el Congreso. Y que, con el apoyo de algunos partidos mayoritarios, le permitan controlarlo.

De esta forma podrían convocar una Asamblea Constituyente que, entre otras cosas, reviva la reelección presidencial, con el fin de que Petro pueda reelegirse en el 2030.

La otra gran estrategia para facilitar ese retorno del petrismo sería no dejar gobernar al próximo mandatario. Que a punta de “estallidos sociales”, paros y otro tipo de movilizaciones paralizaran el gobierno para poder generar la sensación de que ese gobierno resultó un desastre. Como hicieron, con éxito evidente, en el 2022.

De hecho, las revueltas de los últimos días, son la cuota inicial de lo que enfrentaría un sucesor de Petro no petrista. Uno de los instigadores de esas protestas es un contratista del gobierno llamado Juan Camilo Villalobos.

No se requiere ser muy listo para intuir que a Villalobos lo contrataron para organizar los “comandos de asalto” del petrismo, cuya misión inicial será amedrentar a la oposición y, en caso de que pierdan las elecciones, sabotear la gobernabilidad del nuevo presidente.

No me parece un escenario descabellado. Con lo cual, los colombianos el año entrante no nos debemos conformar con elegir presidente a alguien que no milite en el petrismo. Si elegimos a alguien débil o bisoño, que se deje amedrantar con el sabotaje petrista, nos pasaremos cuatro años de estallido en estallido.

Por ello, hay que elegir alguien con los pantalones muy bien amarrados, capaz de imponer la autoridad y el orden y que no permita que el petrismo incendie el país.

Como quien dice, tan importante como tener claro lo que nos jugamos en los comicios del año entrante es tener muy presente lo que Colombia se juega en los siguientes cuatro años.