Montealegre contra Benedetti: la pelea que amenaza con dinamitar el gabinete de Petro

Por: Adriano Serpa Azocar

El chat ministerial del Gobierno Petro se convirtió en un ring de boxeo político. Lo que debía ser un canal de coordinación terminó en una guerra de insultos, acusaciones y amenazas directas entre el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, y el ministro del Interior, Armando Benedetti.

Montealegre, sin medir palabras, le lanzó a su colega:
«Vamos a ver qué tan gallito de pelea es, cuando la Corte Suprema lo meta muy pronto a la cárcel por corrupto».

Fuego cruzado en el chat

La chispa fue una discusión sobre la paz total, pero pronto Montealegre pasó de la crítica política al ataque personal: tildó a Benedetti de “tibio”, “bufón” y “ladrón”. Además, lo acusó de filtrar conversaciones privadas y de desprestigiar al gobierno.

Con tono desafiante, remató: “Este ministerio le quedó grande, váyase ya”.

Benedetti, entre sorprendido e indignado, alcanzó a responder:
«No le he hecho nada malo para que hable así de mí… ¡No leeré más este chat!».

Acto seguido, se retiró del grupo ministerial.

Un gabinete fracturado

El choque dejó al descubierto las profundas divisiones en la Casa de Nariño. Otros ministros intentaron pedir calma, pero la pelea ya se había viralizado dentro y fuera del Palacio.

La imagen de cohesión que tanto intenta proyectar el presidente Gustavo Petro quedó hecha añicos en cuestión de minutos.

El trasfondo explosivo

Más allá del rifirrafe, lo que preocupa es el trasfondo:

Montealegre puso sobre la mesa la sombra judicial que persigue a Benedetti, insinuando un inminente proceso en la Corte Suprema.

Benedetti, por su parte, queda como el ministro debilitado, señalado de ser el “enemigo dentro del propio gabinete”.

Petro, atrapado entre sus dos hombres fuertes, enfrenta un dilema: o logra apagar el incendio, o verá cómo la crisis se convierte en un terremoto político.

Editorial: ¿Un gabinete al borde del colapso?

Lo ocurrido no es un simple choque de egos: es la muestra de que el gobierno se está resquebrajando desde adentro.

Mientras el país espera soluciones a problemas de seguridad, economía y paz, sus ministros se acusan mutuamente de corrupción y conspiraciones.

El episodio deja una pregunta incómoda:
¿puede Petro sostener un gabinete en el que sus piezas más visibles se declaran la guerra en público?

Lo cierto es que, si no hay un giro inmediato, esta pelea de gallos podría convertirse en la mecha que dinamite la estabilidad del gobierno.