La Contraloría General de la República acaba de confirmar lo que la comunidad ya sabía desde hace dos años: el proyecto de acueducto y alcantarillado por $4.722 millones de Fundación (Magdalena), financiado con recursos del Sistema General de Regalías, es una obra terminada en el papel pero absolutamente inservible en la realidad.
Cuatro mil setecientos millones de pesos convertidos en escombros bajo el sol del Caribe.
Un informe del portal Corrupción Al Día señala que todo se declaró ejecutado al 99.94%, todo se pagó al 99.85%, y todo se recibió «a entera satisfacción».
Según ese medio de comunicación, todo se dio por etapas:
Primera etapa: La ilusión del progreso. El exalcalde Carlos Sierra Sánchez inauguró con bombos y platillos el pequeño acueducto, abrió una válvula, salió un chorro de agua ante las cámaras. La foto quedó perfecta para las redes sociales. El titular escribió solo: «Alcalde cumple su promesa de agua potable para Doña María«. Misión cumplida para el político. Ahora viene la parte importante: cobrar.
Segunda etapa: El papeleo impecable. El 7 de noviembre de 2023 se suscribió el acta de terminación y recibo final «a entera satisfacción«, certificando que los trabajos se ejecutaron de acuerdo con lo establecido en el contrato. Los informes técnicos reportaron avances físicos del 99.94%. Los pagos fluyeron sin contratiempos. Todo en orden. Todo legal. Todo perfecto.
Tercera etapa: La realidad invisible. El acueducto nunca funcionó porque no se tramitó concesión de aguas ni existe una fuente hídrica suficiente para abastecerlo. El sistema eléctrico presenta fallas técnicas que impiden la puesta en marcha. El alcantarillado está colmatado, con pozos llenos de sedimentos y estructuras erosionadas. Ah, y un «pequeño detalle»: no se tramitaron licencias de construcción, permisos ambientales ni permisos de vertimientos.
La Contraloría no se anduvo con eufemismos. Identificó a los responsables con nombre propio:
El ordenador del gasto: Exalcalde Carlos Sierra Sánchez (2020-2023), quien suscribió el contrato y recibió la obra «a satisfacción«. El mismo que posó para las fotos con el chorro de agua que la comunidad nunca volvió a ver.
El contratista: ARCA (Asociación Regional de Municipios del Caribe), representada por Luis Alfonso Negrete Ramos, ejecutor directo por $4.420 millones. Cobró el 99.85% del contrato por una obra que no sirve para nada.
El interventor: Consorcio Inter-Doña María, representado por Jorge Luis Machado Cantillo, contratado por $299 millones para vigilar que todo se hiciera bien. Certificó que todo estaba perfecto mientras construían un acueducto sin agua.
Los habitantes de Doña María siguen cargando baldes desde jagüeyes y pozos improvisados. Mientras tanto, la infraestructura se deteriora día a día bajo el sol. Las torres de almacenamiento muestran oxidación. Los tableros eléctricos, expuestos a la intemperie, se corroen. Los pozos de inspección del alcantarillado están colmatados con arena y residuos. La estructura de descole presenta erosión y socavación en su base.
Cuatro mil setecientos millones de pesos convertidos en un monumento a la corrupción. Un recordatorio diario para la comunidad de que sus gobernantes les robaron no solo el dinero, sino la esperanza.










