Panamá, solo ante el mundo: el último país de América Latina que no reconoce al Estado Palestino

En el escenario geopolítico de hoy, los consensos rara vez son absolutos. Pero cuando casi todo un continente se mueve en la misma dirección, la única voz disonante resalta con más fuerza. Ese es el caso de Panamá, el único país de América Latina que, hasta la fecha, no reconoce oficialmente al Estado Palestino.

Mientras México, Chile, Brasil, Colombia y Argentina —entre otros— han respaldado públicamente la solución de los dos Estados, en línea con una creciente corriente internacional, Panamá se ha mantenido firme en su histórica postura pro-Israel, marcando una excepción notable en la región.

El peso de la historia y la diplomacia

Esta decisión no es nueva ni improvisada. Se remonta a 1948, cuando Panamá fue uno de los primeros países del mundo en reconocer la independencia de Israel. Incluso, jugó un papel clandestino pero crucial en la creación de su fuerza aérea: 13 aviones fueron trasladados desde EE.UU. y registrados como propiedad de «Panama Airlines», una empresa creada para ese único propósito.

Con el paso de los años, esa alianza se convirtió en parte del ADN diplomático panameño. A pesar de tener una comunidad árabe numerosa —principalmente de origen libanés y sirio— el apoyo a Israel ha sido constante, sin ambigüedades.

Una región que se mueve… y un país que se queda

En las últimas semanas, con el telón de fondo de la crisis humanitaria en Gaza y el clamor internacional por una solución diplomática, varios países del mundo —incluidos potencias como Reino Unido, Australia y Francia— han dado un paso más reconociendo al Estado Palestino.

En América Latina, la tendencia ha sido aún más clara. Pero Panamá ha permanecido en silencio, sin emitir posturas nuevas y sosteniendo su negativa histórica, incluso desde antes de 2012, cuando fue la única nación latinoamericana en votar contra el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro en Naciones Unidas.

Comunidad judía y vínculos estratégicos

Parte del motivo también puede encontrarse en casa. Panamá alberga una de las comunidades judías más influyentes y organizadas de Centroamérica, con alrededor de 15.000 miembros, figuras en el poder político y empresarial, y un peso simbólico en la cultura nacional.

Además, el país ha tenido dos presidentes de ascendencia judía y el actual alcalde de Ciudad de Panamá también forma parte de esa comunidad. Esta cercanía no solo es simbólica, sino institucional: en 2023, el gobierno panameño adoptó la Definición de Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA).

El factor Estados Unidos

Más allá de lo religioso o cultural, también está la geopolítica dura. Panamá mantiene una relación estratégica con Estados Unidos, tradicional aliado de Israel. En abril de este año, firmó un memorando de entendimiento que permite a tropas estadounidenses entrenarse en suelo panameño, en un intento por reforzar los lazos bilaterales.

A ello se suman acuerdos comerciales con Israel, incluido un Tratado de Libre Comercio vigente desde 2020, que facilita el intercambio en sectores clave como tecnología, agricultura y defensa.

❝Neutralidad selectiva❞

Aunque en otras áreas Panamá ha optado por una postura diplomática neutral, como en conflictos del Caribe o en foros multilaterales, el tema Israel-Palestina parece ser la excepción a esa neutralidad. El gobierno panameño, liderado hoy por José Raúl Mulino, no ha emitido ningún comentario oficial frente a la reciente ola de reconocimientos al Estado Palestino.

Mientras tanto, el mundo sigue mirando. Y en un contexto donde la mayoría se mueve hacia una solución de dos Estados como única vía hacia la paz, la posición panameña se vuelve cada vez más solitaria, pero también más reveladora de las complejidades que marcan las decisiones diplomáticas.