
El Dadsa confirmó la denuncia ciudadana por tala masiva en el cerro Inca Inca y abrió investigación para identificar a los responsables, en medio de sospechas de que detrás estarían intereses privados para proyectos turísticos.
El cerro Inca Inca, uno de los pulmones verdes más emblemáticos de Santa Marta, volvió a ser escenario de una controversia ambiental tras la confirmación de una tala masiva en sus laderas. Lo que comenzó como una denuncia ciudadana fue verificado por técnicos del Departamento Administrativo de Sostenibilidad Ambiental (Dadsa), quienes encontraron claros abiertos en el bosque, montículos de troncos recién cortados y rastros de intervención irregular en áreas de alto valor ecológico.
La magnitud del daño encendió las alarmas. El Dadsa anunció la apertura de una investigación para determinar quiénes están detrás de estas podas indiscriminadas, advirtiendo que se trata de un delito ambiental que no quedará impune. “La tala ilegal no solo es un delito, es una amenaza directa contra el patrimonio natural de Santa Marta. No habrá tolerancia frente a quienes destruyan los cerros para sacar provecho económico”, indicó la autoridad ambiental en su pronunciamiento.
Quienes destruyen el medioambiente deberán responder ante la ley.⚖️
Santa Marta no puede permitir que unos pocos lucren a costa de la vida de todos. La protección ambiental es un deber colectivo y ciudadano.🚨🏔️ pic.twitter.com/QOyavLT6Tf
— DADSA Santa Marta (@dadsasm2024) September 25, 2025
Aunque la investigación apenas inicia, líderes comunitarios y ambientalistas sospechan que detrás de la devastación hay intereses económicos relacionados con el turismo. Según las denuncias, privados estarían buscando abrir espacio para levantar cabañas y complejos de hospedaje, aprovechando la ubicación privilegiada del cerro, muy cerca de los balnearios más concurridos de la ciudad.
“Esto no es casualidad. Cada árbol tumbado responde a una intención clara de urbanizar el cerro y convertirlo en negocio. La naturaleza no puede ser la víctima del turismo descontrolado”, expresó un líder ambiental local.
El Dadsa también anunció un seguimiento técnico permanente en la zona para medir el alcance del daño, implementar medidas de restauración y garantizar que no se repitan estas intervenciones ilegales.
El cerro Inca Inca cumple un papel esencial como regulador climático, hábitat de especies nativas y pulmón verde en una ciudad que ya enfrenta serios retos ambientales: la escasez de agua, el aumento de temperaturas y la presión urbanística sobre sus ecosistemas. “Cada hectárea deforestada es un retroceso en la lucha contra el cambio climático. Santa Marta no puede darse el lujo de perder sus cerros en nombre del turismo o del negocio privado”, advirtió otro ambientalista.
La autoridad ambiental destacó la importancia de la denuncia ciudadana, que permitió descubrir el daño en Inca Inca, e invitó a los samarios a mantenerse vigilantes y reportar cualquier irregularidad. “La defensa de los cerros no solo es tarea de las autoridades, sino también de la comunidad”, subrayó el Dadsa.
Mientras avanzan las investigaciones, el cerro Inca Inca queda marcado por una herida abierta que refleja el dilema entre el desarrollo económico y la protección ambiental en una ciudad que, aunque vive del turismo, no puede seguir creciendo a costa de destruir la riqueza natural que la hace única.
Y.A.