LA OFENDICULA EN ESPERA DE PROPUESTAS DISRUPTIVAS

 

Por GREGORIO TORREGROZA P.

Atendiendo a que en la columna anterior asumí un poco el papel de un J.J. Rendón, como supuesto asesor de influyentes políticos o de candidatos a las altas cúspides del poder, expresé, a manera de sugerencias, algunos tips al candidato costeño a la presidencia de la república, Efraín Cepeda, hoy me propongo lo mismo, pero con relación a potenciales e indeterminados aspirantes a la alcaldía de Barranquilla que, incluso, pudieran mis consejas, sin falsa modestia, tener como destinario al mismo alcalde actual, Alex Char. Ello, bajo el entendido que, a sottovoce, ya todos dan por cierto que tiene su propia candidata o candidato. Como quien dice, pudiera él continuar despachando como alcalde durante el próximo periodo, a pesar de no existir reelección consecutiva, apelando a la fórmula mágica conocida como “en cuerpo ajeno”.
En todo caso, sin importar el destinatario, y asumiendo que se trata de un candidato parido de entrañas distintas al charismo, lo primero que debe evaluar es que, a pesar de la aparente fatiga de marca que pudiera registrar el clan Char, es indudable que la gestión del actual burgomaestre marca un alto porcentaje de aceptación (79%), que, a golpe de vista, nos parece merecido, por como luce la ciudad en materia de estructura y cemento, sobre todo, por el buen ángel del personaje que, con su cachucha bacana e inseparables tenis, sentado a veces en cualquier bordillo y prendido a una botella de cerveza por su pico, o, inclusive, a una de whisky fino, nos brinda la apariencia, sin serlo, por supuesto, que es uno más de los nuestros, lo que puede estimarse sano, por no corresponder la ejecución de tales actos a una trama de engaño, sino al comportamiento típico de un sujeto caribe.
Aunque al escarbar, más allá de toda esa somnoliente apariencia, no se pueda decir lo mismo al constatar los niveles de endeudamiento y comprometimiento de vigencias futuras que registran los guarismos numéricos de la ciudad. No obstante lo dicho, el candidato de los Char arrancará punteando de manera real, lo que impone a sus eventuales competidores responder con propuestas audaces que no impliquen, como casi siempre sucede, mirar por el espejo retrovisor, procurando plantear propuestas duras, como, por ejemplo, resolver el traumático servicio de energía que agobia a los barranquilleros sin distingo de estrato, prometiendo y trazando la forma real de aterrizarlo y hacerlo, como sería la adquisición de AIR-E, o la creación de una nueva empresa para tales efectos.
Los posibles candidatos a la alcaldía de Barranquilla que pretendan enfrentar al de Char con alguna factibilidad de triunfo deben ser disruptivos, lo que significa, o quiere decir, que deben diseñar una o varias propuestas que la ciudadanía barranquillera no haya previsto, y cuyo uso o implementación resulte en la solución de un problema. Ejemplo de ese algo, para el caso que nos ocupa, sería la de proponer la construcción del metro de Barranquilla, pero no como un ejercicio demagógico de improbable o imposible ejecución, sino, todo lo contrario, de verdad ejecutable. Algo así sería indicador verdadero de capacidad y sagacidad de un candidato para gobernar.
Un candidato de verdad, y en nombre del partido que lo respalde, ya debería estar haciendo los trámites o aprendiéndolos, por lo menos, para que el gobierno o empresarios privados chinos, atendiendo la importancia de Barranquilla, se interesen en acometer la construcción del metro a través de la figura de la concesión, modalidad contractual como las de los inservibles peajes a 50 años, lo que ha permitido la reelección indefinida al congreso de muchos senadores y representantes, quienes, por interpuestas personas, son los dueños verdaderos y absolutos de esos muñecos.
Hablando de muñecos, otra idea disruptiva para los futuros candidatos sería la promesa de campaña de comprometerse a desvestir el muñeco de la foto-multas, que en la ciudad de Barranquilla es manejado por la familia Daes, lo que supone un alto grado de factibilidad de su desmonte por dos razones: la primera de ellas, el sentido de ciudadanos patrióticos y solidarios de los mentados señores, quienes, en un acto de extraño desprendimiento, le donaron a Barranquilla las acciones que estos poseían en Triple A y les permitía su dominio absoluto, ello, sin contar los esfuerzos frustrados, como dicen las malas lenguas, como aquel de aportarle al Junior la contratación y pago del sueldo de James Rodríguez si se hubiera concretado su vinculación, entre otros muy variados actos de desprendimiento en favor de su ciudad amada, o cuando, como empresarios de alta gama, estuvieron de acuerdo con el alza un poco desbordada del salario mínimo, con la que se inauguró el actual gobierno.
La segunda, que los referidos empresarios también son los concesionarios del negocio de las foto-multas en el Atlántico: Puerto Colombia, Galapa, Soledad, y, como miembros de una unión temporal, también manejan el mismo negocio en Corozal, Arjona, La Dorada y Chinchiná. Lo que permite inferir, atendiendo a sus antecedentes filantrópicos, que están muy cerca de solidarizarse con ese sin número de conductores de buses, taxitas o mototaxistas, para quienes las foto-multas se han convertido en su azote, perdiendo la posibilidad de ejecutar su trabajo por la cantidad de comparendos impagables, no porque sean infractores compulsivos, sino porque el muñeco de las foto-multas está diseñado estratégicamente para emboscar al ciudadano y engrosar los bolsillo de los distintos titiriteros que lo mueven.