Un contrato millonario con una fundación sin experiencia, documentos cuestionables y resultados inexistentes destapa otra muestra del saqueo institucional que mantiene a la capital del Magdalena rezagada en la promoción turística.
En medio de la celebración por los 500 años de Santa Marta, el Instituto Distrital de Turismo (Indetur) entregaba un jugoso contrato de $3.762 millones a la Fundación Foro por Colombia (Fundaforo) para la supuesta promoción turística de la capital del Magdalena. Lo alarmante es que la entidad favorecida carecía de trayectoria, no tenía ni siquiera una página web activa, y hasta hoy la ciudad continúa esperando los resultados que nunca llegaron.
El convenio, firmado el 11 de octubre de 2023 por José Domingo Dávila Morales, director del Indetur, establecía que el 70% de los recursos provenían de la entidad pública y el 30% de la fundación privada. Sin embargo, el esquema terminó convirtiéndose en un negocio perfecto solo para la organización barranquillera, mientras los samarios quedaron con las manos vacías.
De “pacificación juvenil” a expertos en turismo
El representante legal de Fundaforo, David Javier Quiroz Cabarcas, logró lo que muchos llamarían una metamorfosis milagrosa: su fundación, especializada en “programas de convivencia entre jóvenes”, pasó a ser experta en promoción turística. Para respaldar su nueva especialidad, presentó cinco contratos como experiencia previa, pero ninguno aparece en la plataforma SECOP II, donde por ley deberían estar publicados.
El comité evaluador del Indetur, lejos de cuestionar la ausencia de pruebas, dio por buenos balances financieros de 2016, ocho años desactualizados, y aceptó una certificación bancaria de más de $1.500 millones que tampoco figura en el expediente. La verificación documental fue reemplazada por un acto de fe administrativa.
Millones evaporados, turismo ausente
El contrato terminó en diciembre pasado sin que aparezcan actas de finalización ni de recibido a satisfacción. En otras palabras, no hay constancia oficial de que la ciudad haya recibido un solo beneficio. Las playas siguen sin la difusión prometida, los hoteles no registraron el aumento esperado de turistas y los comerciantes locales nunca vieron el impacto de la millonaria “estrategia digital”.
Así, los $3.762 millones se esfumaron como un espejismo, dejando a Santa Marta tan hermosa como siempre, pero igual de invisible para el turismo internacional.
Un patrón repetido de saqueo
Este escándalo no es un hecho aislado. Fundaforo ya había sido señalada por la Contraloría del Atlántico en 2016, cuando manejó un contrato por $1.130 millones con la Gobernación del Atlántico. En ese entonces, apenas aportó $80 millones de los $339 millones comprometidos. La supervisora, Elaine Zabaleta Montero, aprobó pagos anticipados y adiciones injustificadas, en un patrón de corrupción que ahora parece replicarse en Santa Marta.
La historia muestra cómo ciertas fundaciones funcionan como vehículos para desviar recursos públicos, protegidas por un sistema de control débil y funcionarios complacientes.
¿Hasta cuándo la complicidad ciudadana?
Este caso refleja lo que muchos llaman una “corrupción estructural”: contratos diseñados para beneficiar a terceros, controles laxos, ausencia de resultados y, sobre todo, una ciudadanía resignada.
Cada peso desviado significa menos turistas, menos empleo y menos desarrollo económico para Santa Marta. Sin embargo, el silencio social y la normalización del saqueo permiten que estas prácticas se repitan. Como sentencia el refrán: “Una sociedad que aplaude al corrupto merece sus cadenas”.
La gran pregunta no es si hubo irregularidades —las evidencias son contundentes—, sino si los samarios seguirán tolerando que su ciudad sea tratada como botín de contratistas oportunistas y de funcionarios que confunden gestión pública con negocio privado.
Un futuro en juego
Santa Marta tiene todo para convertirse en referente turístico mundial: playas únicas, historia colonial, Sierra Nevada y biodiversidad incomparable. Pero mientras sus dirigentes vean en la contratación una mina de oro personal, el potencial de la ciudad seguirá hipotecado.
La capital del Magdalena no necesita fundaciones de papel ni funcionarios complacientes. Necesita gestión seria, transparencia y un turismo fortalecido como motor de desarrollo. Cada contrato irregular no solo roba dinero, también roba futuro.
Y.A.