POR: GERMAN CAMILO SANJUAN COLON
Hablar de currículo es hablar del alma del sistema educativo. Es ahí donde se condensan los fines, las metas y las decisiones más profundas de una sociedad sobre lo que considera importante enseñar y aprender. En el curso de Procesos Curriculares, guiado por el profesor Reynaldo Mora Mora, hemos comprendido que el currículo no es un simple listado de contenidos ni un documento burocrático. Es, más bien, una herramienta de construcción social, una expresión política y cultural de lo que somos y de lo que aspiramos a ser. A través del estudio de las leyes que rigen la educación en Colombia, en especial la Constitución Política de 1991 y la Ley General de Educación (Ley 115 de 1994), entendemos que el currículo debe estar fundamentado en los 13 fines de la educación, los cuales no son simples enunciados normativos, sino principios orientadores de toda acción educativa.
Entre ellos se destacan la formación en el respeto a los derechos humanos, la identidad nacional, la paz, el trabajo, la participación democrática y la valoración de la diversidad. Estos fines actúan como faros que iluminan el diseño, la implementación y la evaluación curricular, y deben ser el punto de partida para cualquier propuesta pedagógica con sentido. En este sentido, los curriculistas no actúan al margen del contexto legal o social. Muy por el contrario, su trabajo se fundamenta en marcos filosóficos, antropológicos, sociológicos, históricos, axiológicos y transformadores. Cada uno de estos principios aporta una mirada fundamental. Desde lo antropológico, el currículo reconoce al ser humano como un sujeto activo, cultural y diverso; desde lo sociológico, se vincula con los procesos sociales, económicos y políticos que atraviesan la escuela; desde lo filosófico, responde a preguntas sobre el sentido de la educación y los valores que debe promover; desde lo axiológico, pone en juego principios éticos; desde lo histórico, recupera las luchas y avances del pensamiento pedagógico; y desde lo transformador, asume su papel en la construcción de una sociedad más justa.
Lo que más destaca en las clases de Procesos Curriculares es cómo estos marcos teóricos se aterrizan en la práctica. El profesor Mora nos ha guiado a través de discusiones donde la teoría se conecta con las realidades concretas de nuestras escuelas y comunidades. Hemos reflexionado sobre cómo el currículo responde —o debería responder— a los desafíos actuales de la educación colombiana: la desigualdad, el conflicto armado, el racismo estructural, la exclusión de poblaciones rurales e indígenas, entre muchos otros. En este contexto, cobra fuerza la idea de que el currículo debe ser una herramienta de transformación social y no una simple reproducción de saberes hegemónicos.
Otro concepto central que hemos trabajado es el de enseñabilidad y aprendibilidad. La enseñabilidad se refiere a las condiciones y estrategias que hacen posible que un contenido pueda ser enseñado de manera efectiva, considerando el contexto, los recursos y las capacidades del docente. Por su parte, la aprendibilidad remite a la posibilidad real de que el estudiante, desde su contexto y capacidades, pueda apropiarse de ese conocimiento. Estos conceptos nos han ayudado a comprender que el currículo no puede diseñarse desde una lógica vertical o impuesta, sino desde una mirada dialógica, flexible e incluyente, donde se reconozca al estudiante como sujeto de derechos y protagonista de su propio aprendizaje.
A través de este curso, ha quedado claro que el currículo es un campo en disputa. No es neutro ni objetivo, y mucho menos inocente. Está cargado de ideología, de intereses, de visiones del mundo. Por eso, el trabajo del educador debe ser profundamente crítico: debemos preguntarnos a quién beneficia un currículo, qué voces incluye y cuáles excluye, qué saberes legitima y cuáles marginaliza. Solo así podremos construir una educación verdaderamente democrática, plural y liberadora. Finalmente, el curso de Procesos Curriculares nos deja una lección fundamental: el currículo es el corazón del sistema educativo. No es un accesorio ni un requisito más. Es el lugar donde se deciden los caminos de la formación humana. Diseñar currículo es, en el fondo, diseñar sociedad. Por eso, este curso no solo nos prepara como profesionales de la educación, sino como ciudadanos conscientes del papel que jugamos en la construcción del país. Conocer y comprender el currículo desde esta mirada compleja, crítica y profundamente humana ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de nuestra formación. Gracias al acompañamiento del profesor Reynaldo Mora Mora, salimos no solo con mayor conocimiento, sino con un compromiso más claro frente a la educación que soñamos y queremos construir. Este texto hace parte de los Talleres de Lectura y Escritura para desarrollar y fortalecer el campo del currículo en estudiantes de Licenciatura en Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias de la Educación de las Universidad del Atlántico (II-2025).