Declaración de ACIQQA cerca de la intoxicación con licor adulterado en Barranquilla

Presentamos en primer lugar las condolencias a los familiares de las personas que fallecieron debido al consumo de licores adulterados y nos solidarizamos a las víctimas que sufrieron intoxicación, deseándoles su pronta mejoría. Instamos a una investigación con relación a este lamentable hecho y por supuesto diseñar un plan de prevención con el fin de evitar que se repita en esta época de final de año la comercialización de estos productos, cuando se acostumbra reciclar los envases de diferentes bebidas alcohólicas para llenarlos con lo producido artesanalmente.

Recordamos que las bebidas alcohólicas se obtienen de un proceso biológico de fermentación de carbohidratos o azúcares, utilizando hongos unicelulares (levaduras, como Saccharomyces cerevisiae). Para producir el vino tradicionalmente se usan las uvas; para la cerveza y el whisky la cebada, trigo, maíz o el arroz; para el ron y el aguardiente, la caña de azúcar o la miel y para el tequila, el agave. De ellos se obtienen otros compuestos mezcla de alcoholes, aldehídos, cetonas para después someterlos al calor, usando un alambique o recipiente para pasarlos de líquido a vapor, y hacerlos fluir por una unidad llamada columna de destilación, que es un aparato vertical cilíndrico diseñado para separar mezclas líquidas mediante la vaporización, aprovechando sus diferentes puntos de ebullición, que consta de una carcasa con componentes internos llamados platos que sirven para aumentar el contacto entre el vapor ascendente y el líquido descendente.

La destilación es un proceso físico que concentra el alcohol separándolo del agua y otros compuestos aprovechando que cada uno hierve o pasa del estado líquido a vapor, a una temperatura determinada; el metanol o alcohol metílico se vaporiza (ebulle) a 65 °C, según la fuente, que se le llama alcohol de madera (CH3OH) porque, históricamente, la primera forma de obtenerlo fue a partir de la destilación seca de la madera, se utiliza en la fabricación de pinturas, disolventes, revestimientos, tintes, diluyentes, adhesivos y desinfectantes, la acetona o propanona ebulle a 56 °C; el alcohol etílico lo hace a 78.3 °C; el agua a 100 °C. Después se someten a condensación por medio de un sistema de refrigeración procurando separar los primeros vapores de metanol, acetona de la fracción etílica. Entre el buen alcohol, y los últimos de la cola que son los poco deseables. De manera que si no se tiene el cuidado correspondiente al final vamos a recoger etanol con alto contenido de metanol y otros tóxicos.

Estos alcoholes se absorben rápido en el estómago e intestino, llega al hígado, donde se metaboliza principalmente por la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH). El Metanol se transforma en formaldehído (altamente tóxico), que incluso con dosis pequeñas (10-30 ml) pueden causar ceguera o muerte, con síntomas tales como: mareo, náusea, dolor abdominal, visión borrosa o pérdida de visión y se transforma en ácido fórmico, muy tóxico para los tejidos, especialmente retina y nervioso. Igual ruta sigue el etanol que pasa a acetaldehído (tóxico, responsable del guayabo o resaca) y posteriormente ácido acético. Este proceso de oxidación es más lento que cuando se incrementa la producción de CO2 que puede hacer que baje el pH de la sangre, ocasionando una acidosis metabólica que genera alteraciones en el equilibrio ácido base, y como se mencionó en intoxicaciones con dosis bajas de etanol se pueden presentar manifestaciones en el sistema nervioso central (confusión, coma), trastornos cardíacos y la muerte.