Por: Víctor Herrera Michel
Colaborador
Varios hechos, por estos días, nos hablan de autonomía regional:
El natalicio número 100 del sociólogo Orlando Fals borda y el sensible fallecimiento de Juan B. Fernández Renowitzky: dos titanes en la lucha por este sueño territorial. También, la presentación ante el congreso de los proyectos de ley de competencias que aumenta los recursos del SGP para las regiones y, hace apenas unos días, el que plantea realizar un refrendo en las próximas elecciones acerca de la voluntad ciudadana de vivir en regiones autónomas.
Sin embargo, preguntamos: ¿Estamos preparados para asumir dicha Autonomía…?
En el caso nuestro, algunos hechos nos despiertan dudas.
En el sector público hablemos del fracaso estrepitoso que representó el invento de la fusión de los hospitales Cari y Niño Jesús de Barranquilla, Junto con el Juan Domínguez Romero de Soledad y el de Sabanalarga para conformar la ESE UNA, que terminó intervenida por la Superintendencia Nacional de Salud, que encontró 49 hallazgos de tipo financiero, administrativo-legal y prestación de servicios de salud para las vigencias 2023, 2024 y lo corrido del presente año.
Y así podemos citar la interminable duración de obras como la demolición del viejo puente Pumarejo que, como dijo recientemente la vice contralora nacional, va en vía de convertir nuestra “mega obra” del nuevo puente en un elefante blanco por su falta de funcionalidad; la fastuosa Gran vía sobre el corredor universitario que aún no tiene fecha de culminación después de varios años causando perjuicios incalculables; los 7 años que demoró la remodelación de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico; la falta de una definitiva durante años del peaje de los papiros; la doble calzada de la vía al mar que sin terminarla, después de largos años, ahora persigue cobrar el Invias por valorización; la otra doble calzada que nos hemos quedado esperando de Barranquilla a Ciénaga; para no hablar del sueño del tren regional que ya quedó en el olvido.
En cuanto al sector gremial merece un “capítulo especial” lo del aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz en donde fracasaron no una sino dos veces en su administración. La última fue vergonzosa, pues el gobierno nacional no solo les terminó anticipadamente la concesión, sino que tomó posesión del mismo a través de la Aeronáutica Civil. De ñapa, la desidia del aeropuerto de carga, paradójicamente ubicado en medio de 25 países del Gran Caribe y a solo 2 horas del principal mercado de consumo del mundo: EEUU. Ahora los gremios constituyen una veeduría “ciudadana” para vigilar que el gobierno haga lo que ellos y/o sus amigos no pudieron
Y que tal la fallida consecución de una draga propia para el puerto: o la construcción del super puerto de aguas profundas que no cristalizó; o el fracaso de la APP para recobrar la navegabilidad del rio Magdalena. Y no podemos olvidar la enorme frustración por las empresas privadas que han prestado el servicio de energía y que ahora han ocasionado otra intervención del gobierno nacional. No menos importante el prolongado rescate del Museo del Caribe y del teatro municipal Amira de la Rosa.
En el sector académico, las truculentas historias familiares y judiciales que han envuelto a las universidades Metropolitana y Autónoma del Caribe. Esta última, ya intervenida, plantea como solución volverse pública. A propósito, la Universidad del Atlántico se encuentra ahora bajo estricta vigilancia del ministerio de educación nacional y la procuraduría general como consecuencia de la decisión interna de abrir la posibilidad de que su actual rector sea reelegido. ¿Otra Intervención a la vista?
Volvemos a preguntar: ¿Autonomía para qué…?
@vherreram