En el corazón del barrio El Pozón, en Cartagena, una mujer de 77 años vive cada día bajo el temor de que su hogar se venga abajo. Marxiana Roa, acompañada por su hija y dos nietas adolescentes, sobrevive entre paredes agrietadas, columnas corroídas y un techo que cruje en las noches. Lleva 17 años habitando una vivienda en alto riesgo de colapso, sin respuestas claras de las autoridades.
Una casa que ya no resiste más
El deterioro de la vivienda fue confirmado por un análisis técnico de Corvivienda en septiembre de 2024, tras la solicitud de líderes comunitarios. El diagnóstico fue claro: riesgo de desplome inminente. La vivienda, construida por debajo del nivel de la calle, se inunda con cada lluvia, generando un ambiente insalubre. La humedad ha causado daños estructurales severos y ha deteriorado la salud de la señora Marxiana, quien sufre de asma y lesiones en la piel.
“Las paredes suenan, el techo también. Solo me queda rezar para que no suceda nada”, relata Marxiana con resignación.
Una emergencia ignorada
Durante los aguaceros, el agua invade cada rincón de su hogar. Muebles, colchones y electrodomésticos han quedado inutilizables. La familia ni siquiera cuenta con ventiladores para enfrentar el calor y la humedad.
La situación se agrava por la falta de recursos. Nicolasa Guerrero Roa, hija de Marxiana, sostiene el hogar con su trabajo como empleada doméstica, pero sus ingresos apenas alcanzan para alimentar a la familia. No hay dinero para reparar la vivienda ni para pagar un arriendo.
Un trámite que sigue sin respuesta
Corvivienda ya advirtió que no puede intervenir en la reconstrucción total de la casa, y redirigió a la familia a la Oficina Asesora para la Gestión del Riesgo de Desastres (OAGRD). En junio de 2025, Nicolasa presentó una solicitud formal, pero hasta la fecha no ha recibido respuesta. Las consultas realizadas a la entidad tampoco han sido atendidas.
Un llamado al alcalde
En medio del abandono institucional, Marxiana ha alzado la voz:
“Solo pido que me ayuden. No tengo a nadie más que me pueda ayudar”, dice, dirigiéndose al alcalde Dumek Turbay Paz.
Líderes del sector 20 de Enero insisten en que el caso de Marxiana no es único. “Es el reflejo de cómo viven muchos adultos mayores en Cartagena: invisibles, olvidados y expuestos al peligro”, expresó uno de ellos.
Cada día que pasa sin una solución, Marxiana y su familia siguen habitando una estructura a punto de colapsar, en una espera angustiante. Su historia, lejos de ser un caso aislado, es una muestra de la deuda social pendiente con las familias más vulnerables de la ciudad.
Su esperanza sigue en pie, pero su casa, no por mucho tiempo.