El narcotráfico sigue siendo uno de los motores ocultos más potentes de la economía colombiana. Un estudio reciente del economista Daniel Mejía, basado en cifras oficiales del Ministerio de Defensa, revela que en 2023 la venta ilegal de cocaína generó ingresos estimados en
US$15.300 millones, superando ampliamente a las
remesas enviadas por colombianos en el exterior, que en 2024 alcanzaron los
US$11.800 millones.
Este dato no solo marca un hito económico, sino que también pone sobre la mesa la magnitud de la economía ilegal en el país. Según Mejía, el narcotráfico representa ya el
4,2% del Producto Interno Bruto (PIB) colombiano, cifra que, en su momento, duplicó el peso que tuvo en la economía nacional en los años noventa.
Una economía ilícita con impacto real
Aunque los ingresos del narcotráfico podrían parecer un “motor económico”, el experto advierte que sus efectos son profundamente negativos: financian el crecimiento de grupos armados, aumentan el control territorial de actores criminales y alimentan dinámicas como el reclutamiento forzado y el debilitamiento institucional.
En comparación, los ingresos del café —tradicionalmente uno de los sectores más emblemáticos de la economía legal— son casi tres veces menores. Las cifras del narcotráfico también se acercan a lo que produce todo el sector de la construcción en Colombia.
Cómo se mide el negocio de la cocaína
Mejía explica que para llegar a estos cálculos se toma en cuenta la producción estimada de cocaína restando las incautaciones, y se valoran los precios con base en el valor que alcanza un kilo de cocaína en Estados Unidos, donde el producto puede multiplicar hasta
60 veces su valor desde su punto de origen en Colombia.
Además, entre 2020 y 2023 los cultivos de coca en Colombia aumentaron, mientras que los programas de erradicación manual y aspersión aérea disminuyeron. La Corte Constitucional prohibió esta última práctica en 2016 por sus efectos nocivos en la salud y el medio ambiente.
Minería ilegal de oro: una amenaza aún mayor
El narcotráfico no es el único sector ilegal que mueve cifras astronómicas. Según el economista y periodista Silverio Gómez Carmona, la
minería ilegal de oro podría estar generando hasta
US$4.200 millones en exportaciones anuales, con un impacto estimado de
7% del PIB, el doble del narcotráfico. Según sus cálculos, esta actividad podría estar moviendo hasta
$130 billones al año en Colombia.
Gómez sostiene que el oro es incluso más rentable que la cocaína, y ha sido utilizado como método de
lavado de dinero por mafias que operan en zonas como el Bajo Cauca, donde operan dragas de origen brasileño valoradas en más de un millón de dólares cada una.
Una amenaza para la democracia
Más allá de los números, lo que preocupa a los expertos es que estas economías ilegales están teniendo un peso cada vez más determinante en el país. “Esta dinámica de crecimiento del narcotráfico y la minería ilegal constituye hoy
la mayor amenaza para la estabilidad de la democracia colombiana”, advirtió Mejía durante una presentación en la Universidad de Georgetown.
A pesar de su carácter ilícito, el narcotráfico y la minería ilegal se han consolidado como
fuentes de ingreso masivas y crecientes en la economía nacional. Aunque las remesas representan el esfuerzo legítimo de millones de trabajadores colombianos en el exterior, son superadas por un negocio que alimenta la violencia, la corrupción y la informalidad.
La paradoja: Colombia recibe más dinero por la coca que por el trabajo honesto de sus migrantes.