En una movida que parece sacada de un libreto político con tintes de drama y suspenso, el excanciller Álvaro Leyva volvió a la carga contra el presidente Gustavo Petro. Esta vez no con comunicados diplomáticos, sino con una solicitud directa y sin anestesia: exámenes toxicológicos y psiquiátricos para el mandatario.
Sí, leyó bien. Leyva no solo ratificó las denuncias ya conocidas ante la Comisión de Acusaciones, sino que las amplió en un documento de 33 páginas, donde describe 82 presuntos “incumplimientos” presidenciales que —según él— serían una muestra de conducta errática y alarmante.
En su acusación, el excanciller reclama saber el estado de salud mental de Petro, e incluso aporta una incapacidad psiquiátrica emitida en 2019. Como si fuera poco, también quiere que el psiquiatra tratante declare, que se escudriñe cada viaje oficial y que se interroguen a miembros de las comitivas que han acompañado al mandatario en el exterior.
“Solicité públicamente al doctor Petro una prueba médica de su condición. Si su estado no es grave, que lo demuestre”, escribió Leyva, dejando la puerta abierta a todo tipo de interpretaciones.
Francia, Suiza, Alemania, Turquía, Chile… la lista de países a los que Petro ha viajado y que ahora Leyva pone bajo la lupa, parece más una ruta turística que un expediente judicial. Sin embargo, en el documento, el exfuncionario plantea 19 acciones investigativas para “esclarecer el comportamiento del presidente”.
El caso ha sacudido los círculos políticos. Para algunos, Leyva está cruzando límites éticos; para otros, está poniendo el dedo en una llaga que muchos evitan tocar. En la Casa de Nariño, el silencio ha sido total, al menos por ahora.
Mientras tanto, la Comisión de Acusaciones tiene la palabra. Y el país, una nueva polémica servida en bandeja electoral.