Una realidad que parece sacada de un titular exagerado, pero que está respaldada por cifras oficiales: el área sembrada con hoja de coca en Colombia supera a muchos de los cultivos agrícolas tradicionales, fundamentales en la seguridad alimentaria y economía rural del país.
Según datos recientes, la superficie cultivada con coca ha sobrepasado a productos básicos como la yuca (242.991 hectáreas), la papa (196.756 ha), los cítricos (124.155 ha), el banano (109.465 ha), el mango (41.411 ha) y la piña (26.949 ha). Esta situación refleja una preocupante distorsión en las prioridades del uso del suelo agrícola en Colombia.
El crecimiento de los cultivos ilícitos no solo representa un desafío para la lucha contra el narcotráfico, sino que además desplaza la agricultura tradicional, afectando directamente a campesinos que dependen de estos productos para su subsistencia y que hoy se ven atrapados entre la falta de apoyo estatal y la presión de economías ilegales.
¿Cómo llegamos a este punto?
- Rentabilidad desigual: En muchas zonas del país, sembrar coca sigue siendo más rentable y estable que producir alimentos, ante la falta de mercados, vías y garantías para los cultivos legales.
- Ausencia del Estado: La escasa presencia institucional en regiones rurales deja a comunidades sin opciones reales de sustitución.
- Fracaso parcial de la erradicación forzada: A pesar de los esfuerzos de erradicación manual y aérea, el cultivo de coca ha mantenido una expansión constante.
Este fenómeno pone en evidencia una crisis estructural del campo colombiano. Mientras se promueve el discurso de la seguridad alimentaria, los datos revelan que el país destina cada vez más hectáreas a una economía ilegal que perpetúa la violencia, el desplazamiento y la dependencia de mercados ilícitos.
La pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿cómo competir contra la coca si sembrar comida no da para vivir?