Un policía fallecido y la subestación completamente destruida deja ataque armado en El Carmelo, Cajibío.
Tras más de cinco horas continuas de hostigamiento por parte de un grupo armado, los refuerzos aéreos apenas comienzan a llegar a la zona.
Se reportan graves afectaciones en establecimientos comerciales, la iglesia católica del corregimiento, vehículos particulares y viviendas aledañas.
La madrugada del domingo no trajo calma para los habitantes de El Carmelo, corregimiento rural del municipio de Cajibío. Durante más de cinco horas, ráfagas de fusil, explosivos y el eco del miedo dominaron el lugar. Un policía muerto, cuatro heridos, una subestación policial reducida a cenizas y una comunidad marcada por el horror son las primeras consecuencias del brutal ataque perpetrado por un grupo armado ilegal.
Las imágenes que circulan muestran la devastación total: estructuras colapsadas, paredes perforadas por proyectiles, viviendas semidestruidas, la iglesia del pueblo afectada, vehículos calcinados y comercios vandalizados por la onda explosiva. Todo en cuestión de horas, todo sin que el Estado apareciera oportunamente.
“Fue un infierno. No sabíamos si íbamos a salir vivos”, relató un comerciante local, cuya tienda quedó parcialmente destruida. “Los policías resistieron hasta donde pudieron. Solo hasta el amanecer se escucharon helicópteros. Muy tarde”, agregó con impotencia.
Retraso en los refuerzos y una comunidad atrapada
El hostigamiento comenzó cuando aún era noche cerrada. Presuntos miembros de las disidencias de las FARC llegaron armados hasta los dientes, cercaron la subestación y lanzaron una ofensiva despiadada. El patrullero David Fabián Rodríguez Navarro murió en el lugar. Sus compañeros sobrevivientes quedaron heridos, resistiendo con escaso apoyo mientras pedían refuerzos que tardaron en llegar.
“Nos dejaron solos”, es la frase que hoy se repite entre los pobladores y autoridades locales. Solo después de cinco horas de ataque, unidades aéreas empezaron a sobrevolar la zona.
El centro del pueblo, en ruinas
Además del objetivo policial, los efectos colaterales alcanzaron a toda la comunidad. La iglesia católica del corregimiento, símbolo de encuentro espiritual, fue alcanzada por esquirlas. Ventanales rotos, puertas voladas y la estructura afectada. Comercios y casas cercanas al puesto policial sufrieron daños estructurales. Los carros estacionados terminaron hechos chatarra.
Una herida más en un Cauca que no descansa
El Carmelo se suma a la creciente lista de zonas del norte del Cauca que padecen el abandono institucional y el avance de actores armados ilegales. En los últimos días se han registrado hostigamientos similares en Miranda, Caloto, Toribío y Silvia, demostrando que la ofensiva del Estado sigue siendo insuficiente para contener la expansión violenta de las disidencias.
“Hoy no solo se destruyó una estación. Se fracturó aún más la confianza de la gente en que este país puede protegerlos”, comentó un líder comunitario que pidió no revelar su nombre por seguridad.
Mientras se hacen balances y se anuncian investigaciones, El Carmelo intenta levantarse entre escombros, silencio y el miedo de que esto solo sea el comienzo. 
