Por: Alberto Ortiz Saldarriaga
Muy similar a como ocurrió en el país desde 2022, en febrero de 2023, en ADEA, se logró romper con una larga «tradición» hegemónica de una casta de intocables que se rotaban entre sí los más importantes cargos de dirección en el sindicato, mismos desde los que se cometían abusos como los que ocasionaron despidos ilegales y millonarias demandas que terminaron pagando los afiliados y no sus verdaderos responsables
De la presidencia de Carlos Noriega, la Tesorería de Henry Rada y la Fiscalía de Luis Grimaldo, mismos protagonistas de los despidos y demandas mencionadas, se pasó -con el reemplazo del primero de los mencionados- a un período de transición en el que por fin otros apellidos (Ortiz, Angulo, Castillo) pudieron acceder a presidencia y tesorería, respectivamente.
Pero como lo viejo (tal y como se ha demostrado en el país) se resiste a ceder su lugar en la historia y a abandonar privilegios, en marzo de 2024, bajo libreto y dirección escénica del actual presidente de FECODE, se perpetró en ADEA lo que algunos equivocadamente denominan «golpe de estado», por su similitud procedimental con el evento en que se depone al presidente de un país o jefe de estado.
En ese entonces se optó, a través de la instrumentalización de quien por simple animadversión se prestó para asumir transitoriamente y sólo en apariencia el rol de presidente, por devolverle el control de la organización sindical a Carlos Noriega, ficha de Domingo Ayala, y quien a gusto volvió a «administrar» en cuerpo ajeno con la sucesora de Grimaldo y, obviamente, con el eterno Rada.
No obstante, no satisfechos con este movimiento, la segunda fase del plan -al mejor estilo fascista- consistía en suprimir cualquier tipo de oposición y «mal ejemplo» y nada mejor para ello que ambientar artificialmente la necesidad de hacer elecciones inmediatas (julio 31 de 2024) para sacar o eliminar del escenario, a como diera lugar, a quien había llegado en septiembre de 2022 para implementar un discurso disruptivo, entre otros ítems, en torno a la mala atención en salud a los maestros y maestras y a las formas de conducir el sindicato.
En ese escenario surge la treta de acusarme con fines de expulsión para no permitir siquiera que pudiera participar en las elecciones para conformación de nueva Junta Directiva de ADEA. Lamentablemente para los representantes del viejo establecimiento sindical y sus más aventajados alumnos, las bases reconocieron lo que ocurría y le concedieron la segunda mayor votación y por ende el cargo de Fiscal a quien desde un principio pretendieron desaparecer y les tocó «tragarse el sapo» y convivir agazapados a la espera de volver a intentar el zarpazo, es decir se vieron obligados o forzados por los resultados electorales a replantear su estrategia maquiavélica.
Efectuadas las elecciones también Noriega alinderó sus aliados, reasumió la dirección directa del sindicato (devolviendo a su eterno cargo a la presidente «utility»); Grimaldo, en cuerpo ajeno, recuperó la Tesorería y luego de ello durante 363 días (julio 24 de 2024 a julio 22 de 2025) el tema de la expulsión del Fiscal se colocó en el congelador y nunca más se volvió a mencionar y mucho menos se llevó a Asamblea General de Delegados (segunda instancia) a pesar de que durante todo este tiempo esa instancia fue convocada varias veces.
¿Qué llevó entonces a que el Fiscal volviera a ser satanizado y el tema de la expulsión se reactivará curiosa y coincidentemente con un nuevo proceso de contratación de prestadores de servicios médicos? La respuesta es sencilla, una nueva recomposición de cargos de dirección en la Junta Directiva realizada en mayo 16 de 2025 en la que Noriega (por sus «buenas» prácticas administrativas) volvía a perder la Presidencia con Eduardo Castillo y Grimaldo volvía a perder la Tesorería con Everaldo De la Hoz. ¿Cierto que es bastante curioso?
En ese contexto y luego de que el Ministerio de Trabajo metiera su mano y reconociera a una «mayoría» de 5 directivos de 11 devolviéndole la presidencia a Noriega, se procede a expulsar al Fiscal electo por las bases y se anula toda su lista o plancha, para que la segundo renglón (Emelid Morales) no pudiera asumir la Fiscalía y así, conveniente y coincidencialmente Henry Rada se ganara el “premio” de la Fiscalía y Grimaldo pudiera recuperar la Tesorería del sindicato, con la ayuda ciega e infortunada de sus Delegados, quienes devolvieron al pasado al sindicato para que los de siempre pudieran volver a ser felices gobernándolos.
En este panorama, mientras unos pocos aún a riesgo de la tranquilidad y de nuestras propias vidas damos la pelea, las bases no deberían optar por la indiferencia (ignorar lo que ocurre); por huir (desafiliarse) o por el facilismo y equivocación de meter a todos los directivos en un mismo costal cuando no hay nada más apartado de la realidad.
Igual que en el país hay que entender lo que pasa para no incurrir en generalizaciones con las que nos revictimizan. Solidaridad es lo mínimo que esperamos en esta nada fácil lucha por lograr que otra ADEA sea posible para todos y no para unos cuántos.