El presidente Donald Trump encendió las alarmas este fin de semana luego de responder con un enigmático “pronto lo van a saber” al ser consultado sobre posibles ataques a cárteles de la droga en territorio venezolano, lo que disparó especulaciones sobre una intervención militar inminente.
Este mensaje llega en el marco de una fuerte escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela: EE. UU. lanzó un ataque contra una embarcación con presuntos criminales venezolanos, matando a 11 personas, y simultáneamente desplegó una flota militar en el Caribe que incluye destructores, submarinos y aviones F‑35.
A estas declaraciones se sumó el senador republicano de origen colombiano Bernie Moreno, quien afirmó que Nicolás Maduro “no llegará a diciembre” en el poder y lo calificó de “narcoterrorista”. Moreno agregó con dureza: “Tiene dos opciones: salir vivo de Venezuela o salir muerto”.
En respaldo, el vicepresidente JD Vance defendió los recientes ataques, asegurando que eliminar a miembros de cárteles es “el mejor uso de nuestras fuerzas armadas”, rechazando cuestionamientos sobre posibles crímenes de guerra.
Este conjunto de hechos y declaraciones coherentemente alineadas —operaciones militares, amenazas públicas y retórica agresiva— configura un mensaje inequívoco: EE. UU. adopta una postura cada vez más ofensiva en su lucha contra el narcotráfico, incluso en aguas internacionales.