A sus 27 años, la búlgara Andrea Ivanova no busca aceptación ni tendencias: persigue un ideal propio y excéntrico de belleza.
Desde 2018, su rostro ha sido el lienzo de una transformación radical que hoy la posiciona como la mujer con los labios más grandes del mundo.
Andrea no solo se ha sometido a decenas de inyecciones de ácido hialurónico en los labios, sino que también ha alterado su mentón, mandíbula y pómulos.
¿El objetivo? Parecerse a las muñecas Bratz y romper con lo que considera “la aburrida belleza natural”.
A pesar de advertencias médicas, molestias físicas y dificultades cotidianas como comer o encontrar el amor, Ivanova insiste: “No voy a parar”.
La influencer ha tenido que buscar doctores fuera de su país, pues algunos se niegan a continuar con los procedimientos.
Su historia ha generado reacciones divididas: algunos la ven como una víctima del culto al cuerpo, otros la aplauden como un símbolo de autonomía estética. Sea como sea, su imagen y determinación no pasan desapercibidas.