¿Puede un presidente erradicar la extorsión que un alcalde no ha logrado frenar?

Una promesa ambiciosa llega desde la política nacional, mientras la extorsión sigue asfixiando a los ciudadanos del Caribe.

Juan Guillermo Zuluaga, exgobernador del Meta y actual precandidato presidencial, ha lanzado una afirmación que no pasa desapercibida: combatirá la extorsión en Barranquilla y otras regiones del Caribe “sin tregua”.

En un país donde comerciantes, transportadores y ciudadanos viven bajo la sombra del “pago de vacunas”, la promesa de Zuluaga suena como un salvavidas. «No tendrán dónde esconderse», aseguró, refiriéndose a los grupos criminales que controlan el microterritorio urbano con amenazas y violencia.

En su mensaje público, no solo reconoce el problema que azota a la capital del Atlántico, sino que se compromete a respaldar al alcalde Alejandro Char, quien ha enfrentado críticas por los limitados resultados en esta materia. “Lo apoyaré, pero también exigiré resultados. Barranquilla no puede seguir siendo rehén de la delincuencia”, dijo el aspirante.

Con una transformación urbana que ha sido modelo nacional, Barranquilla se enfrenta hoy a un enemigo invisible pero mortal: la extorsión, un delito que no distingue barrios ni estratos.

La pregunta de fondo queda en el aire:
¿Puede un presidente hacer lo que no ha podido un alcalde?
¿Estamos ante una promesa realizable o un discurso electoral?

Por ahora, la ciudadanía escucha, pero también recuerda: muchos han prometido combatir la extorsión… pocos han cumplido.