Por Juan Colón
Voz principal
Ay, que no hay pañuelo suficiente
para este llanto del mundo:
lágrimas con frágiles piernas rotas,
sangrando hambre
sobre la franja sin vendajes.
Coro
Horizonte de heridas abiertas,
niños sin cielo azucarado.
Eco (susurro repetido por varias voces)
—Niños…
—Niños…
—Niños…
—
Voz principal
Jano cubrió su primer rostro,
trueno de una inocencia en temblor,
amamantada en la intemperie.
Coro
No hay Picasso que pinte mil Guernicas,
ni mil lienzos que alcancen este dolor.
Voz principal
Niños recién nacidos
para una muerte temprana.
Eco
Las rosas se han vuelto espinas.
La sangre en rebelión.
—
Coro
Se agotó la humanidad.
Las ventanas cerraron su ilusión.
Voz principal
La voz callada es ya mancha indeleble,
trueno mudo de tronos terrenales
despojados de alma.
Eco
La luna, exiliada,
se ha acostado de espaldas a las miradas.
—
Coro (con golpe rítmico de voz)
Le Monde calló.
The New York Times calló.
El País calló.
Voz principal
Flores secas en los jardines,
cielos que de tanto azul
se han vuelto blancos.
Eco
La indiferencia a velocidad supersónica,
las puertas del infierno abiertas
sobre los niños de Gaza.
—
Voz final (grave, sostenida)
Nunca vi una primavera
con tantas hojas marchitas.
Coro (todos juntos, en crescendo, repitiendo tres veces)
Es ya para siempre otoño.
Es ya para siempre otoño.
Es ya para siempre otoño.