El gobierno del presidente Gustavo Petro enfrenta un nuevo remezón político tras la solicitud de renuncia a tres ministros clave, todos representantes de partidos que hasta ahora fungían como aliados dentro de una coalición ya resquebrajada.
Los ministros que dejarán sus cargos son:
-
Antonio Sanguino, ministro del Trabajo, cercano al Partido Verde.
-
Julián Molina, titular del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, cuota del Partido de La U.
-
Diana Morales, ministra de Comercio, quien representa al Partido Liberal.
La decisión fue ejecutada directamente por la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE), Angie Rodríguez, quien solicitó las renuncias a nombre del Ejecutivo. Según confirmó La Silla Vacía con fuentes de alto nivel en Casa de Nariño, las salidas serán formalizadas por el ministro del Interior, Armando Benedetti, quien se encuentra ejerciendo funciones presidenciales mientras Petro cumple agenda oficial en Japón.
De hecho, Diana Morales, una de las ministras salientes, acompaña actualmente al presidente Petro en su visita a Tokio, lo que da una dimensión aún más simbólica —y tensa— al anuncio.
El detonante: derrota en la Corte Constitucional
El cambio en el gabinete llega apenas horas después de que el Senado eligiera, con 62 votos, al exdefensor del Pueblo Carlos Camargo como nuevo magistrado de la Corte Constitucional, derrotando a María Patricia Balanta, la candidata impulsada activamente por el Gobierno, quien apenas alcanzó 41 votos.
La elección, que se desarrolló bajo estrictas medidas de transparencia, dejó al descubierto la debilidad de la coalición oficialista en el Congreso, y fue interpretada por la Casa de Nariño como una traición de sus aliados, especialmente del Partido Liberal y de La U, cuyos congresistas votaron en contra de la línea sugerida por el Ejecutivo.
Durante la jornada, según pudo confirmar La Silla Vacía con fuentes parlamentarias, el gobierno envió advertencias directas a los partidos, insinuando que la pérdida de burocracia y representación en el gabinete sería la consecuencia de no respaldar a Balanta.
Una coalición hecha trizas
El retiro de los tres ministros es la materialización de la amenaza. Con esto, el presidente Petro oficializa la ruptura de su ya frágil coalición legislativa, una posibilidad que él mismo había anunciado días atrás si su candidata a la Corte no resultaba elegida.
Este movimiento político tiene profundas implicaciones:
-
Reconfigura el gabinete, dejando fuera a las cuotas políticas de partidos tradicionales que, aunque en minoría, ofrecían gobernabilidad.
-
Abre un nuevo escenario de confrontación con el Congreso, que deberá tramitar reformas cruciales sin una coalición clara.
-
Anticipa posibles retaliaciones legislativas, como bloqueos a iniciativas clave del gobierno o incluso mayorías en contra de ministros aún en ejercicio.
El gesto también parece apuntar a una nueva fase del gobierno Petro, más distante del juego multipartidista y con un enfoque más ideológico que transaccional.
¿Y ahora qué?
Aunque todavía no se han oficializado los nombres de los reemplazos, fuentes cercanas al Palacio de Nariño aseguran que el Ejecutivo está considerando figuras más afines al núcleo duro del Pacto Histórico, así como perfiles técnicos que no dependan del respaldo de maquinarias partidistas.
La pregunta que queda es si esta depuración será suficiente para recomponer la agenda del gobierno en un Congreso cada vez más adverso, o si marcará el inicio de una gobernabilidad por decreto, con un Ejecutivo más aislado y sin capacidad real de trámite legislativo.
Mientras tanto, el mensaje es claro: en el gobierno Petro, la lealtad tiene consecuencias, y los votos cuestan más que los cargos.