Por DIEGO MARTÍNEZ LLOREDA
Gerardo Bedoya Borrero, entonces subdirector de opinión de El País, tituló “Aunque Me digan proyanqui” una columna que escribió en marzo de 1997. Dos semanas después de la publicación de la columna Bedoya fue asesinado.
El Cartel de Cali le cobró con su vida a Bedoya haber escrito, entre otras cosas, que prefería la presión de la justicia estadounidense sobre la mafia, al daño inmenso que esta le había hecho a la sociedad caleña.
El título y el sentido de esa valiente columna del inolvidable Gerardo caen como anillo al dedo para explicar lo que opino de la presión que el gobierno de Donald Trump está ejerciendo sobre el régimen totalitario y sanguinario que lideran Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino.
Es increíble que todavía haya gente que defienda esa dictadura abominable que no sólo destruyó cualquier vestigio de democracia en Venezuela, sino que además saqueó el país para enriquecer a sus cabecillas de una forma grotesca.
Pero los hay. Uno de los mayores defensores de ese régimen oprobioso es Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko, antiguo cabecilla de las Farc. Este prócer de la Patria fue de los pocos que se atrevió a desconocer el descarado fraude que cometió en las elecciones celebradas en el vecino país.
Que un bandido como Timochenko defienda a otro bandido es apenas normal. Pero que el Presidente de Colombia sea un entusiasta defensor de esa tiranía sí es muy grave. Gustavo Petro no sólo tuvo la desfachatez de afirmar que el cartel de los soles no existe, sino que además ha reiterado que cualquier agresión contra Venezuela era una agresión contra toda Latinoamérica.
En un reciente post colocado en la red social X Petro aseveró que “Ni Colombia ni la oposición venezolana en Venezuela (sic), ni ningún otro latinoamericano que se respete debe solicitar ni alegrarse con una invasión extranjera en nuestro suelo. Los problemas de los latinoamericanos y caribeños los solucionamos los latinoamericanos y caribeños.
Hay que tener claro que Petro y Timochenko no apoyan a Maduro por una simple afinidad ideológica. Con ese respaldo simplemente le están pagando los favores recibidos. Petro por el apoyo fundamental que le brindó para llegar a la Presidencia. Y Timochenko por haber acogido en Venezuela a los jefes guerrilleros.
Que pena con Petro pero yo no solo me alegro, sino que estoy radiante con el susto que le está metiendo el gobierno de Donald Trump a la banda liderada por Maduro. Aunque me digan proyanqui.
Me encanta que la Fiscal General de Estados Unidos, Pam Bondi, pida la “extracción” del dictador Nicolás Maduro para que pague su condena por narcotráfico en una cárcel estadounidense. Aunque me digan proyanki
Y me gusta aún más que Bondi sostenga que: “Esto no es una presidencia legítima, Maduro es un narcoterrorista y debe ser traído a los EEUU para enfrentar a la Justicia”. Aunque me digan proyanki.
Aunque me digan proyanqui me place sobremanera que la justicia de ese país le haya incautado a Maduro bienes por más de 700 millones de dólares, entre los que se cuentan dos lujosos aviones, varias casas, una mansión en República Dominicana, varias mansiones en Florida, una granja de caballos, nueve vehículos, millones de dólares en joyas y dinero en efectivo.
Aunque me digan proyanki me llena de dicha que la Fiscal subraye que «esto es crimen organizado, no es diferente a la mafia y a los (presuntos) crímenes relacionados con Maduro. Los activos superan los 700 millones de dólares que ya hemos confiscado, pero su régimen de terror continúa».
Aunque me digan proyanqui, celebro que Estados Unidos tenga contra las cuerdas a Maduro. Porque buena parte de la violencia que se vive en Colombia se debe a que la dictadura venezolana es socia del ELN y de los demás grupos armados que operan en Colombia.
Desde hace tiempo Maduro da cobijo en su territorio a los cabecillas de esas organizaciones. Y los bandidos colombianos saben que pueden actuar en Colombia y salir corriendo para Venezuela donde tienen garantizada la impunidad.
La libertad de Venezuela es la libertad de Colombia. Por eso, aunque me digan Proyanki, espero que Trump pase de las amenazas a la acción. Esta es la mejor oportunidad que tenemos para salir de la tiranía que se adueñó de Venezuela.
Dejémonos de chauvinismos trasnochados. No importa de dónde venga la iniciativa de exterminar la dictadura venezolana, lo importante es que ese exterminio se produzca para bien, primero de Venezuela y segundo de los vecinos que también hemos sido víctimas de los desafueros del chavismo.