China y Rusia sellan acuerdo histórico de gas y desafían sanciones occidentales

En presencia de Vladímir Putin y Xi Jinping, las empresas Gazprom y CNPC firmaron en Pekín un acuerdo vinculante para la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia-2, que permitirá suministros masivos de gas ruso a China durante los próximos 30 años.

La alianza energética entre China y Rusia se consolidó este martes con la firma de un memorando jurídicamente vinculante para la construcción del gasoducto Fuerza de Siberia-2, un megaproyecto de 6.700 kilómetros que conectará los yacimientos de la península de Yamal con el gigante asiático a través de Mongolia.

El acto, realizado en Pekín, contó con la presencia del presidente ruso Vladímir Putin, su homólogo chino Xi Jinping y el mandatario mongol Ukhnaa Khurelshukh, confirmando la dimensión geopolítica de un acuerdo que busca reducir la dependencia energética de Moscú frente a Europa y, al mismo tiempo, asegurar para Pekín un suministro confiable de gas a precios más bajos.

“Hoy hemos dado un importante paso para el fortalecimiento y desarrollo de nuestra asociación estratégica con el fin de incrementar los suministros de energía limpia a China”, declaró Alexéi Miller, presidente de Gazprom, al destacar que el proyecto será “el más grande y con mayor inversión en el sector gasístico mundial”.

El Fuerza de Siberia-2 permitirá a Rusia bombear 50.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, cifra que se sumará al incremento acordado en otros gasoductos ya en funcionamiento: de 38.000 a 42.000 millones de m³ por el actual Fuerza de Siberia y de 10.000 a 12.000 millones por la ruta del Lejano Oriente. En total, los envíos rusos a China ascenderán a unos 106.000 millones de metros cúbicos al año, aunque todavía por debajo de los más de 170.000 millones que Moscú exportaba a Europa en 2020.

El convenio tendrá una duración de 30 años y establece que los pagos se harán en rublos y yuanes, mecanismo que busca eludir el dólar y, con ello, las sanciones económicas de Estados Unidos y la Unión Europea.

El acuerdo representa un revés directo para el presidente estadounidense Donald Trump, quien recientemente impuso aranceles del 25 % a India por comprar crudo ruso y amenazó a China con medidas similares. Washington argumenta que las importaciones de hidrocarburos rusos financian la maquinaria bélica de Moscú en la guerra de Ucrania.

Para China, el beneficio principal radica en obtener gas más barato que el que paga Europa. Los yacimientos de Siberia Oriental, más cercanos a la frontera chino-mongola, reducen significativamente los costos logísticos, lo que permite precios “objetivamente más bajos”, según Miller. Aunque el monto exacto del contrato se mantiene en secreto, analistas sostienen que Pekín logró imponer condiciones ventajosas frente a un Kremlin urgido de diversificar sus clientes energéticos.

Expertos apuntan que la firma del acuerdo estuvo motivada tanto por la presión de Trump como por la necesidad de China de garantizar estabilidad en sus suministros ante las tensiones en Oriente Medio entre Irán e Israel. Sea como sea, el Fuerza de Siberia-2 se perfila como un eje central de la estrategia energética y diplomática de Moscú y Pekín frente al bloque occidental.

Y.A.