Aunque los líderes de las bandas Los Costeños y Los Pepes han manifestado públicamente su disposición de participar en un proceso de paz, la violencia en Barranquilla y su área metropolitana sigue en aumento. Entre el 10 de julio y el 30 de agosto se registraron 121 asesinatos, la mayoría ligados a enfrentamientos por el control del microtráfico.
El primero en dar señales de acercamiento fue Digno José Palomino, alias Palomino, quien envió una carta al presidente Gustavo Petro y a la senadora Isabel Zuleta expresando su intención de respaldar la iniciativa de paz urbana en el Atlántico. Días después, Jorge Eliécer Díaz Collazos, alias Castor y máximo cabecilla de Los Costeños, se sumó al llamado.
El gobernador Eduardo Verano confirmó entonces que ambos criminales estaban dispuestos a detener las confrontaciones, y el Gobierno designó como mediador al obispo César Alfonso Narváez. Sin embargo, su nombramiento fue revocado por la Presidencia y reemplazado por Camilo Pineda Serge, delegado de la Consejería Comisionada de Paz.
Pese a las promesas, los hechos demuestran lo contrario. Según la Policía Metropolitana de Barranquilla, los homicidios no han cesado y la confrontación entre ambas estructuras mantiene en zozobra a la ciudadanía. El general Edwin Urrego, comandante de la institución, advirtió que los cabecillas podrían estar buscando beneficios judiciales desde prisión, más que una verdadera salida al conflicto.
En paralelo, las autoridades han intensificado los operativos contra estas bandas. En los últimos días fueron capturados varios presuntos integrantes de Los Costeños en Soledad, Galapa y Bello (Antioquia), entre ellos Abraham Alfredo López, alias Mono Abraham, señalado de dinamizar el narcotráfico en la región Caribe. También se registraron detenciones de alias Madame, Puca, Chuky y otros supuestos miembros de la organización, vinculados con extorsiones y atentados contra comerciantes.
De acuerdo con reportes oficiales, durante 2025 la Policía ha detenido a 283 personas por extorsión en Barranquilla, de las cuales el 95% permanece en prisión. Sin embargo, la cifra de homicidios refleja que las estructuras criminales continúan ejerciendo un fuerte dominio en distintos sectores del Atlántico, lo que pone en duda la efectividad de los anuncios de paz de sus cabecillas