Villa Caracas, donde Dios llora: el clamor del Padre Cirilo por un barrio olvidado

En el corazón de Villa Caracas, entre calles polvorientas y casas improvisadas, el abandono no necesita demasiadas palabras para hacerse evidente. Es visible en los techos parchados, en los niños descalzos, en la falta de servicios básicos y en los ojos de quienes, pese a todo, siguen creyendo que otro futuro es posible.

Allí estuvo el periodista Lao Herrera. Caminando el barrio, escuchando historias y, sobre todo, conversando con el padre Cirilo —conocido por su labor pastoral y social en los sectores más golpeados de la ciudad— quien no dudó en resumir la realidad con una frase que estremece: “Aquí, en Villa Caracas, es donde Dios llora”.

No es solo una metáfora. Es una denuncia. La comunidad de Villa Caracas —integrada en su mayoría por población migrante venezolana y familias colombianas desplazadas— sobrevive en condiciones extremas, casi invisibles para el resto de la ciudad.

Una propuesta en medio del olvido

El padre Cirilo no solo lanza críticas. También plantea soluciones. Asegura que es hora de que Villa Caracas deje de ser símbolo de miseria y se convierta en ejemplo de transformación.

Su propuesta es clara: la recuperación integral del barrio y la construcción de un parque en honor a Venezuela, como acto simbólico de hermandad, memoria y reparación. Un espacio público que no solo dignifique a la comunidad, sino que recuerde la migración como una oportunidad de encuentro y no como un motivo de exclusión.

Para ello, sugiere una alianza entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la Alcaldía Distrital, que permita viabilizar el proyecto a través de recursos internacionales y voluntad política local.

Esto no se trata solo de cemento, sino de justicia social”, afirma con firmeza el padre Cirilo, quien desde su labor pastoral ha acompañado de cerca las luchas y las esperanzas de Villa Caracas.

Una deuda pendiente

El barrio, que surgió como asentamiento informal, lleva años esperando atención estructural. Hasta ahora, las soluciones han sido parches, promesas incumplidas y presencia estatal intermitente.

Sin embargo, los moradores no han dejado de organizarse, resistir y soñar con un entorno digno donde sus hijos puedan crecer sin miedo y con oportunidades.

La voz del padre Cirilo, cargada de verdad y fe, resuena no solo en Villa Caracas, sino también como un llamado urgente a las autoridades y a la sociedad civil: no se puede hablar de una ciudad moderna si se sigue permitiendo que existan territorios donde, como él dice, «hasta Dios llora».