La falta de un Plan de Manejo de Tránsito (PMT) y la entrega de licencias de construcción sin prever la densidad vehicular tienen a Puerto Colombia sumido en una crisis de movilidad, con vías saturadas y urbanizaciones sin zonas de parqueo suficientes.
Puerto Colombia atraviesa una de las peores crisis de movilidad en su historia reciente. Las decisiones de la administración municipal, calificadas por la ciudadanía como improvisadas, han transformado el Corredor Universitario —un área de 1.402 hectáreas— en un escenario de congestión permanente y falta de planeación urbana.
El problema se origina en la manera en que se otorgaron las licencias de construcción, con alteraciones en la edificabilidad, densidad y uso del suelo, lo que podría constituir una violación a la Constitución y la ley. Pese a ello, nunca se implementó un Plan de Manejo de Tránsito (PMT) que permitiera mitigar los impactos viales de este crecimiento desbordado.
Hoy, los habitantes padecen un caos vehicular sin soluciones visibles ni a corto, ni a mediano, ni a largo plazo. El caso más crítico se presenta en la urbanización Ciudad de Mallorquín, donde alrededor de 16.000 vehículos de propietarios, sin contar visitantes y proveedores, deberán estacionarse en las calles ante la inexistencia de zonas de parqueo suficientes.
Este panorama no solo refleja una falta de planificación, sino que también pone en riesgo la seguridad de los residentes. La saturación de las vías, la invasión del espacio público y la ausencia de medidas estructurales convierten la improvisación oficial en una amenaza directa para la calidad de vida de quienes habitan en el municipio.
Expertos en urbanismo advierten que improvisar en la movilidad de un territorio en constante expansión no es únicamente una muestra de irresponsabilidad administrativa, sino un factor que puede desencadenar problemas de seguridad vial, desvalorización inmobiliaria y colapso de la infraestructura pública.
Puerto Colombia enfrenta, así, una crisis anunciada que exige respuestas inmediatas, planificación seria y un compromiso real con el futuro de la movilidad en el Atlántico.
Y.A.