Calendario Electoral 2026: Democracia, Ethos y Élites

Euripides Castro Sanjuan, Doctor en Ciencias Políticas.
Euripides Castro Sanjuan, Doctor en Ciencias Políticas.

Por Euripides Castro Sanjuan, Doctor en Ciencias Políticas.

Sobre el advenimiento de las elecciones del próximo año 2026, debemos enunciar que todo comienza con la expedición de las Resoluciones 2585 y 2581 de marzo de 2025, que son los actos administrativos mediante los cuales la Registraduría Nacional del Estado Civil fijó el Calendario Electoral en Colombia para las elecciones de 2026: PARLAMENTARIAS (8 de marzo) y las PRESIDENCIALES (31 de mayo la 1° vuelta y 14 de junio la 2° vuelta), y dentro de él, quedó establecido que la elección de cada debate empieza desde el primer día del periodo en que se realiza la inscripción de candidatos. Esto en razón del Régimen de Inhabilidades.

Es decir, para el  debate a congreso, comienza lo electoral desde la fecha de inicio de inscripción de candidatos el día 8 de noviembre/2025 (al 8 de diciembre de 2025) en lo que comporta la elección de Senado y Cámara, y hasta el día en que se realizan esas votaciones el 8 de marzo 2026.

Las inscripciones de candidatos deben implementarse 4 meses antes de las votaciones para presidente, por tanto, comienzan las inscripciones el 31 de enero de 2026 y se cierran el 13 de marzo de 2026.

En tanto, el acto administrativo de elección se ejecuta, se expide cuando finalizan los Escrutinios departamentales para Cámara, así mismo, los escrutinios nacionales para Senado y Presidencia de la República.

La declaración de elección es el punto de techo de lo que llamamos Democracia Participativa, aunque en nuestro sentir, no estamos frente a una democracia solo participativa, sino también bajo una Democracia Representativa, o más bien, la combinación de ambas aunque la constitución se refiera solo a una.

Deviene entonces que, la democracia en los debates electorales radica en que es ese momento que el pueblo como fuerza coercitiva por un instante, y solo por ese instante, goza del poder prevalente, de la autoridad, del carácter, del Ethos para decidir sin que su comportamiento, bueno o malo, cause siquiera un gramo de discriminación en razón de su filiación, raza, credo, o preferencia sexual. Y no es ni discriminado ni reprochado el ejercicio de sufragar porque los políticos esperan que esa masa delegue, transfiera o abdique su soberanía mediante el voto para representarlos en los estadios del  poder.

Según el maestro Giovanni Sartori, hay distintas clases de democracias, pero respecto de aquel optimum especifico en el microcosmos social, “la Democracia Política, es entendida como la reducción de las múltiples voluntades de millones de personas a un único comando social” (Sartori,1994, ¿Qué es la democracia? Pág. 21).

Las elecciones por su parte deberían tener un carácter meritocrático, es decir, habrían de elegirse los que se presume son calificados y capaces porque ello comporta a los mejores, al tenor de la “teoría de la circulación de las elites” de Vilfredo Pareto, que se funda en la calidad, aptitud y disposición del candidato para ser elegido.

Aunque en la práctica esa democracia de que hablamos arriba, se utiliza para que la mayoría heterogénea y solidaria legitime el poder de una simple minoría, que muchas veces no merece ser elegida y que Gaetano Mosca (1923) reprocha en su obra “los elementos de la clase política” porque distingue sobre todo alguna clase política que en lo posible trata de entregarle a sus herederos sin méritos y sin arraigo popular, el dominio sobre esa masa, convirtiéndose en tanto, en una elite gaseosa de poder.

Ahora bien, van emergiendo élites sectarias también, exclusivistas que únicamente favorecen sus propios puntos de vista y solo defienden sus propios intereses, en contravía de lo que el concepto de elite realmente simboliza y que nació en Francia con el objeto de hacer respetar la demanda de aquellos quienes ejercen el poder, para que fueran escogidos como soñaba Robert Mitchels y Vilfredo Pareto: «por sus virtudes y sus méritos en el campo» y no por orden testamentaria.

En Colombia vemos candidatos que salen de la nada, sin un periodo de dedicación política para crecer en los partidos necesaria para poder representar su filosofía; sin un trabajo social que mostrar a los votantes y luego poder solicitarles el voto sin sonrojarse; muchas veces no poseen siquiera atributos morales, académicos, técnicos o intelectuales para su interacción y gobernanza; se sospecha que nunca han  sacrificado parte de su tiempo para crear buenos ambientes y mejorar la calidad de vida de sus congéneres. Se presume que la única particularidad necesaria es la de su relación cognaticia con un cacique, o por, de un día para otro, “una boyante y sospechosa situación económica”, elementos radicales éstos “muy necesarios” para recibir hoy un aval sin esfuerzo.

Lo anterior demuestra las debilidades de los partidos en Colombia, poniendo al descubierto una frágil y gaseosa democracia sin partidos fuertes que se debilita desde su núcleo, porque el sistema y fin del Estado queda sin brújulas definidas por la flaca ayuda que le prestan estas organizaciones.

 

Contrario sensu, si los partidos políticos son fuertes, los administradores públicos se vuelven más cuidadosos y rigurosos en su forma de gobernar, porque tendrían el necesario Control Político dirigido por bancadas fortalecidas elegidas en las corporaciones públicas y porque los partidos, incluyendo el del mandatario de turno, serían los primeros en reprochar los malos manejos que se hagan sobre la administración de los bienes del Estado.

 

Por ende, no debemos sustraernos de los principios universales de convivencia y desarrollo de la humanidad como que: sin libertad no existe autonomía; sin autonomía no se generan obligaciones, sin obligaciones no se forjan derechos; sin derecho no habrá responsabilidad ni garantías y sin estos presupuestos no es posible una democracia fuerte, aunque se piense que ella misma sea apenas un simbolismo.

                                                                                                                                                                euripidescastro@hotmail.com.