En Santa Marta, los samarios viven una realidad que parece no coincidir con la que narra el alcalde Carlos Pinedo. Mientras él asegura desde los micrófonos que la ciudad avanza a pasos agigantados, los huecos siguen creciendo, las basuras se acumulan y el transporte público parece una película de terror mal actuada.
¿Modernización? ¿Grandes proyectos? ¿Transformación urbana? Todo eso suena muy bien… pero solo en los discursos. Porque en la calle, la gente lo que ve es una ciudad estancada, con barrios esperando por agua potable, luz decente, calles transitables y escenarios deportivos que solo existen en los renders de PowerPoint.
Ya es común oír a los ciudadanos preguntarse con ironía:
“¿Dónde están las obras que prometió Pinedo? ¿Será que las están haciendo en Narnia?”
Y no les falta razón. Mientras las redes de la Alcaldía publican frases inspiradoras y promesas futuristas, la gestión visible es mínima y la inconformidad, máxima.
En lugar de tanta labia y tantos anuncios de cartón, Santa Marta necesita que alguien se arremangue la camisa y se ponga a trabajar de verdad. Porque esta ciudad no se arregla con frases bonitas, sino con hechos, cemento, agua y voluntad.
Así que, señor alcalde, menos palabrería y más acción. Porque los samarios no comen cuento… y tampoco cruzan huecos volando.