El caballo de Troya de Petro

Por JOSÉ G. MEJÍA J.

En política, nada es casualidad y menos cuando se trata de Gustavo Petro. El presidente, que se sabe limitado en su caudal electoral, parece dispuesto a repetir una jugada ya probada en Europa: la estrategia española, de su amigo populista Pedro Sánchez.  El libreto es simple pero eficaz: crear partidos satélites, sin opción real de gobernar, pero con la capacidad de dividir a la oposición y entregar en segunda vuelta los votos decisivos. En España fue Yolanda Díaz con el partido Sumar. En Colombia, el papel está cayendo en manos de Roy Barreras.

Pedro Sánchez enfrentó en 2023 una elección cuesta arriba: sin mayoría absoluta y con un Partido Socialista debilitado. La jugada maestra vino con la creación de Sumar, plataforma de izquierda liderada por Yolanda Díaz, que aglutinó a sectores periféricos del progresismo. El resultado: 3 millones de votos, un 12,3 % de apoyo y 31 diputados. Esa cifra no fue un triunfo arrollador, pero sí el oxígeno necesario para que Sánchez alcanzara los 179 apoyos que lo mantuvieron en La Moncloa.

Lo que parecía un movimiento marginal se convirtió en la bisagra de la gobernabilidad. Sumar no ganó, pero permitió que Sánchez no perdiera. Esa es la lógica que Petro está buscando replicar en Colombia.

 

Mary Luz Herrán: sin Petro no hay candidato en la izquierda, salvo Roy Barreras”

La propia exesposa de Petro, con quien tiene dos hijos, Mary Luz Herrán, desnudó en entrevista con Semana la fragilidad del petrismo sin su jefe natural. Con crudeza afirmó: “En la izquierda no hay absolutamente nadie que pueda reemplazar por sí solo a Gustavo Petro”, y agregó que el único capaz de articular fuerzas diversas sería Roy Barreras: “Puede unir lo decente de la derecha, lo interesante del centro y la disciplina de la izquierda”. En otras palabras, los precandidatos visibles del Pacto Histórico no cumplen y el verdadero aspirante estaría fuera de la baraja oficial, lo que deja en evidencia el vacío de liderazgo que afronta el movimiento.

Roy Barreras: pragmatismo sin pudor, venderse al mejor postor.

Roy Barreras conoce bien las matemáticas del poder. Su historia política lo confirma: pasó del uribismo al santismo y ahora al petrismo. Su objetivo no es la coherencia ideológica, sino el dinero, la influencia y la permanencia en el escenario. Un eventual Roy candidato presidencial no tendría posibilidad real de ganar. Lo sabe él y lo sabe el país. Pero su función no está en ganar, sino en dividir.

Un 7 % o 10 % de votos arrancados a cualquier figura del centro y a la derecha, bastarían para torpedear sus aspiraciones. Ese caudal, aunque modesto, puede ser decisivo en la aritmética de una segunda vuelta. Lo suyo no es gobernar, sino impedir que otros lo hagan.

La crítica conveniente

Aquí entra el libreto más calculado: presentarse como “crítico moderado” del petrismo. Barreras repite frases como “me gusta lo que Petro busca, pero esa no es la forma”. De ese modo marca distancia para atraer votantes inconformes con Petro, pero sin romper el puente que lo conecta al proyecto oficialista. Es la misma estrategia de Yolanda Díaz en España: ser el soporte disfrazado de alternativa.

Así, Barreras se vuelve el crítico conveniente, capaz de seducir a quienes jamás votarían directamente por Petro, pero que al final terminan favoreciéndolo. La estrategia no es ingenua: se trata de maquillar dependencia con autonomía, disfrazar complicidad con distancia.

El riesgo de subestimarlo

La oposición corre un peligro evidente: despreciar a Roy Barreras como candidato “sin opciones”. Lo mismo ocurrió en España con Yolanda Díaz, que parecía irrelevante hasta que se convirtió en la llave de Sánchez. Subestimar al caballo de Troya puede ser el error más costoso del centro y la derecha colombianos.

El mensaje es claro: la verdadera amenaza no está en que Roy gane, sino en que logre impedir que otros ganen. La bisagra vale más que la puerta completa cuando la política se convierte en geometría, no en hegemonía.

Petro en cuerpo ajeno

Lo que está en juego no es un proyecto de renovación política, sino la continuidad en cuerpo ajeno. Petro podría no estar en la boleta, pero sí en el poder. Y para eso necesita caballos de Troya que dividan al adversario. En segunda vuelta, la lealtad a Petro haría que esos apoyos se volcaran al petrismo.

La estrategia de Roy Barreras no es nueva ni original: es una copia reciente del libreto español. No busca ganar, busca dividir. No pretende gobernar, sino sostener a Petro. El suyo no es un proyecto de país, sino una maniobra de supervivencia política.

En España, Yolanda Díaz fue la llave de Pedro Sánchez. En Colombia, Roy Barreras puede convertirse en la bisagra de Gustavo Petro. El peligro no está en su triunfo, sino en su capacidad de hacer perder a otros. Ese es el verdadero poder de un caballo de Troya.