EE. UU. despliega fuerzas en el Caribe y acorrala a Maduro tras señalamientos por narcotráfico

El despliegue militar de Estados Unidos en aguas del Caribe marca uno de los mayores desafíos recientes para el régimen de Nicolás Maduro, luego de que el mandatario venezolano fuera señalado como jefe del Cartel de los Soles, una organización criminal vinculada al narcotráfico transnacional y clasificada por Washington como una amenaza terrorista.

Las operaciones anunciadas por EE. UU. apuntan directamente a combatir las redes de tráfico de drogas que operan desde Venezuela y que, según el Departamento de Justicia norteamericano, son responsables de inundar con cocaína el territorio estadounidense. Al estar rotulado como cabecilla de una organización terrorista, la legislación internacional le abre la puerta a acciones más agresivas por parte de gobiernos extranjeros.

En respuesta, Maduro ordenó el alistamiento inmediato de las Milicias Bolivarianas y pidió a sus aliados organizar una cumbre internacional de solidaridad. Sin embargo, hasta el momento no hay fecha ni consenso entre los países cercanos al régimen. Incluso, dentro del propio chavismo hay malestar por la tibieza de naciones como China, Rusia e Irán, que no han emitido pronunciamientos contundentes a favor del mandatario.

Tensión interna y desgaste político

A nivel interno, la convocatoria a las milicias ha estado marcada por la presión a empleados públicos, obligados a registrarse para no perder sus cargos. En redes sociales circularon videos de ministros jurando lealtad al jefe de Estado, mientras una gran parte de la población respondió con apatía o temor.

El contexto político para Maduro es complejo: fue rechazado en las urnas en julio de 2024, aunque desconoce los resultados, y su círculo de poder se ha estrechado. Se multiplican las purgas internas, los cambios de ministros y los arrestos de supuestos traidores, mientras los servicios de inteligencia patrullan las calles sin uniforme, buscando cualquier indicio de desobediencia o crítica.

Maduro, entre amenazas y supersticiones

En sus últimas apariciones, el líder venezolano ha recurrido a su tradicional narrativa de resistencia, apelando al “pueblo”, a Chávez y hasta a Dios. También ha llamado la atención por elementos curiosos como su anillo de oro con diamante verde, que asegura haber recibido en 2014 de un jefe de Estado extranjero, y que considera un “amuleto de suerte”.

Además, ha sido visto con una cuerda rosada atada en la muñeca derecha, mientras invoca energías místicas en sus discursos. A pesar de la retórica, la tensión crece tanto en el plano interno como en el internacional.

Escenario incierto

El despliegue estadounidense en el Caribe no ha sido respondido militarmente por Venezuela, pero sí con advertencias. “No nos quedaremos de brazos cruzados”, ha dicho Maduro, sin detallar acciones específicas. Por ahora, la comunidad internacional observa con cautela un escenario donde las sanciones, la presión militar y el aislamiento diplomático se conjugan con una creciente fragilidad política interna.

Aunque el régimen sigue aferrado al poder, el margen de maniobra se estrecha, y el Caribe podría estar presenciando el principio de un nuevo capítulo —o un desenlace— para el chavismo.