Sicariato desbordado en Barranquilla: ya van 76 muertes violentas en agosto

La violencia no da tregua en Barranquilla y su área metropolitana. Un nuevo ataque sicarial registrado en el barrio 7 de Abril, en el sector conocido como Loma del Papi, detrás del centro asistencial Paso, volvió a encender las alarmas por la creciente ola de homicidios.

Con esta nueva víctima, agosto ya acumula 76 muertes violentas, según cifras consolidadas por medios judiciales. Barranquilla concentra 42 de estos casos, mientras que Soledad suma 23, reflejando la crítica situación de seguridad en estos dos municipios del Atlántico.

El sicariato, el método más usado

De los 76 homicidios, 55 han sido cometidos mediante sicariato, es decir, ataques directos con arma de fuego por parte de sujetos motorizados o a pie, en su mayoría en vía pública y con víctimas seleccionadas. La modalidad se ha convertido en el principal mecanismo de violencia homicida en la región.

“El sicariato está fuera de control y lo preocupante es que se está concentrando en sectores donde el Estado tiene poca presencia y las bandas criminales controlan territorio, dinero y miedo”, advierte Arturo García Medrano, expersonero de Barranquilla y experto en temas de seguridad.

Según el analista, “la cifra de agosto es un campanazo. Vamos hacia un cierre de año muy complicado si no se toman medidas urgentes que combinen fuerza, justicia e inversión social”.

El Área Metropolitana, en el foco del crimen

De los 76 asesinatos registrados este mes, 67 ocurrieron en el Área Metropolitana de Barranquilla, que incluye los municipios de Soledad, Malambo, Galapa y Puerto Colombia, además de la capital.

Las autoridades han intensificado operativos, patrullajes y capturas, pero los homicidios no disminuyen. Los expertos señalan que detrás de esta racha violenta están disputas entre bandas locales, ajustes de cuentas por microtráfico, extorsiones y control de zonas estratégicas para la economía ilegal.

Habitantes del barrio 7 de Abril y otros sectores afectados han exigido mayor presencia de la Policía y operativos sostenidos, no solo reacciones temporales. “Ya no se puede caminar tranquilo. Aquí uno no sabe si regresa a casa”, dijo una vecina del lugar tras el asesinato más reciente.

Mientras tanto, el miedo se extiende y las cifras siguen en aumento. La violencia, lejos de ceder, parece estar marcando un nuevo récord negativo en Barranquilla.