Por: Álvaro Alario
América Latina observa con esperanza las decisiones que el presidente Donald Trump ha adoptado para combatir frontalmente el narcotráfico y sus carteles, muchos de ellos anclados en países gobernados por dictaduras usurpadoras como la de Venezuela.
Creemos que Washington calculó los efectos y las consecuencias de movilizar semejante despliegue militar en aguas del Caribe para enfrentar la tiranía y lograr debilitar al cártel de los soles y a las grandes bandas que se nutren de los millonarios recaudos que deja este negocio ilícito.
Los venezolanos creen que es el final de Maduro y sus sátrapas, así como de los criminales que disfrazados de guerrillas alimentan sus acciones del narcotráfico.
Pero mucho cuidado, porque si se recula y las acciones terminan siendo más anuncios que realidad, los efectos serán devastadores para nuestras democracias, se fortalecerán las dictaduras comunistas, se corre el riesgo de envalentonar gobiernos disfrazados de demócratas y la credibilidad de los EEUU quedará totalmente difuminada.
No sobra recordar que los americanos fracasaron con Cuba, y hoy 64 años después la dictadura sigue en pie.
Nicaragua siguió ese camino, y si en Venezuela se fracasa el avance de las dictaduras comunistas convertirá a América Latina en una letrina.
Prefiero ser optimista, en medio de tanto pesimismo.