«¿Viniste por mí? Me salvaste la vida»: el gesto de un guarda de seguridad que le devolvió la esperanza a una mujer en Barranquilla
En una ciudad donde a menudo las noticias están marcadas por la prisa y la indiferencia, una escena frente a la clínica El Prado, en Barranquilla, se convirtió en un recordatorio de que aún hay actos de humanidad que merecen ser contados.
Verónica Patricia Hernández Johnson, una mujer visiblemente afectada por el dolor y el agotamiento emocional, se desplomó en el andén de la clínica buscando alivio. Nadie la acompañaba. Nadie la esperaba. Pero alguien la vio.
José Pereira, guarda de seguridad del lugar, no dudó en intervenir. Al notar su estado, se colocó guantes y tapabocas, y con la ayuda de la auxiliar de enfermería Yise, se acercó con cuidado, la sostuvo y la levantó con la misma delicadeza con la que se recoge algo frágil del suelo.
Con los ojos llenos de lágrimas, Verónica levantó la mirada y le preguntó a José:
“¿Viniste por mí?”
Ese momento —según testigos— fue tan poderoso como silencioso. Mientras la llevaban a urgencias, Verónica alcanzó a decir:
“Gracias por salvar mi vida… Gracias mi Dios”.
Desde entonces, permanece bajo observación médica, recuperándose, con la esperanza de que su cuerpo y su corazón encuentren alivio.
José, el guarda de seguridad, no buscaba reconocimiento. Pero su acción quedó grabada en quienes presenciaron la escena como una prueba de que la empatía aún habita en las calles, incluso en las más frías madrugadas.
«Solo hice lo que sentí correcto. Vi a una persona sufriendo y no podía quedarme quieto», dijo José con humildad tras el hecho.
La historia de Verónica y José se ha compartido en redes sociales como un símbolo de esperanza en medio de la adversidad, y ha conmovido a cientos de ciudadanos.
Mientras Verónica se recupera, su historia se convierte en testimonio de lo que ocurre cuando alguien se detiene a mirar, a ayudar, a cuidar. Y de cómo un acto sencillo, como tender la mano a tiempo, puede ser la diferencia entre rendirse y resistir.